Y es que la tasa de ejecuciones en el país casi se ha duplicado desde 2015, según reveló un nuevo informe, con datos recogidos desde 2010 el estudio ha revelado que:
La tasa de ejecuciones de Arabia Saudita casi se ha duplicado desde que el rey Salman tomó las riendas del país en 2015 y nombró a su hijo Mohammed bin Salman para puestos clave del gobierno.
La pena de muerte se ha utilizado de forma rutinaria para silenciar a disidentes y manifestantes, contraviniendo el derecho internacional de los derechos humanos, que establece que sólo debe utilizarse para delitos graves.
Al menos 11 de las personas ejecutadas desde 2015 eran niños cuando fueron detenidos, a pesar de las repetidas afirmaciones de Arabia Saudita de que está restringiendo el uso de la pena de muerte contra menores de edad.
La tortura es “endémica” en las cárceles sauditas, incluso para los acusados menores de edad.
Reprieve documentó 147 ejecuciones en Arabia Saudita el año pasado, pero afirmó que han podido ser más.
También señaló que el país ha aplicado “desproporcionadamente” la pena de muerte contra ciudadanos extranjeros, entre ellos trabajadoras domésticas y pequeños traficantes de drogas.
“No sabemos si les dieron un entierro decente o si los arrojaron al desierto o al mar. No tenemos ni idea”, afirman familiares de los ejecutados.
Yasser habla públicamente sobre el asunto por primera vez. Ahora vive en Alemania, donde se le ha concedido asilo político tras huir de Arabia Saudita en 2016, temiendo correr la misma suerte que su hermano.
El hermano del ejecutado aseguró que éste era “divertido, sociable y popular”. Desde 2011, Mustafá participaba a diario en manifestaciones de la minoría chiita del país contra el gobierno saudita hasta que fue detenido en 2014.Yasser al-Khayyat denunció que su hermano menor, Mustafá, fue torturado mientras estuvo detenido por participar en protestas contra el gobierno saudita Tras su muerte, las autoridades emitieron un comunicado en el que informaron de que el hombre, junto con otras 30 personas, había sido ejecutado por cometer delitos como intento de asesinato contra agentes de seguridad, violación, robo, fabricación de bombas, agitación y propagación del caos, así como tráfico de armas y drogas.
“Nunca aportaron pruebas. Esa mentira cala muy hondo”, explicó Yasser, quien afirmó que su hermano aún estaba intentando recurrir su condena cuando las autoridades lo ejecutaron a él y a los otros 80 hombres.
“No sólo les quitaron la vida, sino que los difamaron intencionadamente y los acusaron de cosas que no habían hecho”, agregó.
Tras subir al poder, el príncipe heredero Mohammed bin Salman, gobernante de facto de Arabia Saudita, prometió modernizar el reino y en una entrevista en 2018 dijo que su país, un aliado occidental clave, estaba tratando de “minimizar” el uso de la pena de muerte.
Sin embargo, casi cinco años después, Arabia Saudita sigue siendo uno de los ejecutores más prolíficos del mundo. Esto, a pesar de una pausa que coincidió con la presidencia del país del G20 y el inicio de la pandemia de covid-19.
El príncipe heredero saudí ha recurrido a la pena capital para silenciar a quienes se oponen a los cambios que ha impulsado desde que su padre heredó el trono en 2015.El príncipe heredero -conocido como MBS- ha “hecho exactamente lo contrario de lo que prometió”, declaró la directora de Reprieve, Maya Foa, desde su oficina del este de Londres (Reino Unido).
“Ha supervisado un gran número de ejecuciones y una brutal represión contra los asistentes a las protestas prodemocráticas”, agregó.
Además, añadió que existe un régimen de secretismo en torno a la pena de muerte y explicó que en muchos de los casos que Reprieve ha estudiado, los reos ignoraban que estaban en el corredor de la muerte.
“Sus familiares no lo sabían. Así que había personas que eran detenidas, juzgadas, condenadas a muerte y luego ejecutadas en secreto”, dijo.
Algunas familias sólo descubrieron a través de las redes sociales que sus seres queridos habían sido ajusticiadas, afirmó Foa, quien describió esa falta de información oficial como uno de los aspectos “más crueles y angustiosos” de cada caso.
La decapitación ha sido tradicionalmente el principal método de ejecución en Arabia Saudita. Las ejecuciones solían tener lugar en público y los nombres de los asesinados y los cargos que se les imputaban se publicaban en sitios web del gobierno.
Sin embargo, activistas de derechos humanos afirman que el uso de la pena capital se ha vuelto mucho más opaco.
Ninguno de los consultados sabía exactamente cómo se llevan a cabo ahora las ejecuciones, aunque dijeron que también se utilizan pelotones de fusilamiento.
La pena de muerte forma parte de un sistema jurídico del país que “es injusto en su esencia”, afirmó Ali Adubisi, director de la Organización Euro-saudí de Derechos Humanos, con sede en Berlín.
“Ninguna organización civil independiente o grupo de derechos humanos puede operar allí. Si no llamáramos la atención sobre las ejecuciones, la gente moriría en silencio”, denunció.
Human Rights Watch afirmó que 41 de los 81 hombres ejecutados en marzo pasado pertenecían a la minoría chiita y que “los abusos rampantes y sistémicos en el sistema de justicia penal de Arabia Saudita sugieren que es muy poco probable que alguno de los hombres recibiera un juicio justo”.
La agrupación también aseguró que recibió informes sobre torturas.