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Heroica ciudad de Chihuahua, Chih. México
1 de agosto 2025

Turquía: las advertencias que no fueron escuchadas sobre un complejo de apartamentos.

Con una hoguera como única fuente de luz y calor en una cruda noche de invierno, una familia numerosa se sienta al borde de la carretera a esperar un milagro.

Llevan aquí nueve días y nueve noches, pero no han encontrado a sus seres queridos.

Este duelo personal se desarrolla entre los escombros de una de las calles más deseadas que el dinero puede comprar aquí.

“Esta es una de las zonas residenciales más lujosas de Gaziantep”, afirma el músico Yunus Emre, cuyo primo y su familia de cuatro miembros han desaparecido. “Los más ricos viven aquí. Esos pisos se venden por millones”.

Pero el precio de la vivienda en esta ciudad no significaba nada cuando se produjo el terremoto del pasado 6 de febrero.

“Estoy enfadado. Quiero llevar a alguien ante la justicia, pero no sé a quién”, afirma este joven de 28 años. Para él, muchos son culpables de lo que no es solo una tragedia nacional sino, con el derrumbe de tantos edificios, un escándalo nacional.

“Empieza con el contratista”, explica.

“Utiliza material de construcción de baja calidad. Después viene la autoridad certificadora. Tienen las manos manchadas con la sangre de las personas que murieron aquí”.

“No está bien culpar al contratista. Los que aprobaron este edificio son responsables junto con el gobierno y el Estado. No deberían haber firmado este proyecto de construcción en absoluto”.

El complejo de apartamentos Ayşe Mehmet Polat tiene 24 años de antigüedad. Cuatro de sus seis bloques se derrumbaron mientras otros edificios de alrededor se mantenían en pie.

Los residentes habían expresado su preocupación por la seguridad mucho antes de los temblores mortales de la semana pasada.

Acudimos a este lugar porque habíamos oído que habían detenido a un hombre del que se decía que era el contratista del edificio.

Más tarde nos dirá, a través de su abogado, que no hizo nada malo y que no debe asumir ninguna responsabilidad.

Pasamos tres días estudiando lo que ocurrió aquí el 6 de febrero.

Cuando regresamos al complejo a la mañana siguiente, los servicios de emergencia nos revelan una cifra estremecedora: se sabe que 136 personas murieron en el complejo mientras dormían.

En la gasolinera de al lado, preguntamos si tienen grabaciones del momento en que se produjeron los terremotos.

Nos dan videos de cuatro cámaras distintas que muestran el horror. Primero, la violenta sacudida de las luces, segundos después, gente corriendo para salvar sus vidas antes de que, finalmente, una espesa nube de humo y polvo lo envolviera todo a su paso.

Los edificios vecinos se derrumbaron en cuestión de segundos.

Se trataba de una cuestión de integridad estructural, no de repintar paredes.

El director de la organización que representa a los arquitectos en Turquía, Eyüp Muhçu, nos dice que la responsabilidad última de garantizar la seguridad de los edificios recae en el gobierno turco.

“La prioridad del gobierno central no era hacer seguras las ciudades, sino ejecutar unos proyectos que solo estaban previstos para maximizar los beneficios. Por este motivo, el 65% del parque actual de edificios de Turquía está en peligro. Y no se ha aplicado ninguna medida con respecto a estas estructuras de riesgo”.

Después de que dos residentes nos contaran que había habido problemas potenciales en los bloques, intentamos averiguar si los responsables del edificio lo sabían y si hicieron algo.

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