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jueves 26 de diciembre del 2024.

“El Secuestrador de Durango”, Alejandro Félix Carrillo

A sus 16 años se vio involucrado en su primer homicidio, delito por el que fue detenido, pero como no se le comprobó su participación directa quedó libre; posteriormente en 2007, cuando tenía ya 22 años, presuntamente mató a un vecino del 5 de mayo y lo arrojó embolsado a una zanja cerca de las vías del tren y en el presente mes también le imputaron los asesinatos de su tío, abuelo y de otro vecino. Sus cuatro víctimas presentaban heridas profundas por arma blanca y golpes contusos.

El pasado día 7 de abril, en los terrenos del fraccionamiento Valle Verde, los agentes de la Dirección Estatal de Investigación (DEI) estaban a punto de capturar a Alejandro Félix Carrillo, de 24 años, ya que lo tenían como principal sospechoso de la desaparición de tres personas, pero éste al verse acorralado sacó dos pistolas que traía consigo y accionó una de ellas apuntando en su cabeza para finalmente quitarse la vida.

Crímenes similares

Según el Buró Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés), los asesinos en serie o asesinos seriales son personas que matan por lo menos en tres ocasiones con un intervalo entre cada asesinato.

Los crímenes cometidos son resultado de una compulsión, que puede tener sus orígenes en la juventud o en desajustes psicopatológicos; además, como una característica adicional, los homicidios son cometidos con un modus operandi similar.

En el caso de Alejandro Félix, la Procuraduría estatal informó que su primer homicidio directo lo perpetró usando un arma blanca, al parecer un machete, con el que asesinó a su víctima y posteriormente le cercenó algunas partes de su cuerpo para embolsarlo y tirarlo a una zanja por las vías del poblado 5 de mayo.

Después se tuvo conocimiento de que también a golpes y con arma blanca asesinó a su tío y a su abuelo, aunque uno de los cuerpos además presentó una herida de bala, y posteriormente los enterró en el patio de la casa en la que estaba viviendo temporalmente.

Finalmente, a unos días del hallazgo de los dos cuerpos, también encontraron el cadáver de un vecino del 5 de mayo enterrado y con heridas producidas por arma blanca y golpes contusos; fue similar la forma en que fueron muertas las cuatro víctimas.

Antecedente delictivo

Alejandro Félix Carrillo, nacido en Durango en 1985, tenía su domicilio en el poblado 5 de mayo y fue en el año 2001 cuando se vio involucrado en el homicidio de Ricardo Ruvalcaba Félix, en el poblado Ignacio López Rayón, por lo que estuvo preso algunos años, pero al parecer no se le comprobó su participación directa y salió libre.

En 2007 presuntamente asesinó a Feliciano Enríquez Laredo, a quien embolsó y tiró cerca de las vías en la ampliación 5 de mayo, situación que lo obligó a huir al estado de Baja California al sentir que los investigadores le pisaban los talones.

A principios de este año regresó a la capital duranguense y le pidió a su abuelo Bernardo Félix León, de 80 años, que le prestara su casa ubicada en la calle Narciso, en el fraccionamiento Valle Verde, donde estuvo viviendo algunas semanas y justo en ese sitio conoció a la joven Flor Angélica Fernández Sánchez, de 20 años, vecina de la colonia Ejidal.

Principal sospechoso

Fue a finales de marzo cuando los familiares del mismo Alejandro interpusieron una denuncia por la desaparición de Bernardo Félix León, de 80 años, y de Manuel Félix Rodríguez, de 59, abuelo y tío, respectivamente, del multicitado joven.

En la denuncia señalaban como sospechoso al mismo Alejandro, ya que sus familiares lo calificaban como una persona agresiva y capaz de cometer dicho delito.

Fueron varios días los que los agentes de la DEI anduvieron detrás del mencionado para hacerlo comparecer y cuestionarlo en torno al paradero de su abuelo y tío, además del de Nabor Castillo López, de 33 años, quien también tenía su domicilio en el 5 de Mayo y que al igual que las otras dos personas estaba desaparecido.

Violento final del homicida

Por fin el día 7 de abril lo detectaron a bordo de una motocicleta en los terrenos de Valle Verde, lo siguieron y tras tenerlo en la mira lo interceptaron obligándolo a que dejara el vehículo “tirado” y saliera corriendo para escapar.

Al pasar por la calle Paseo de la Ferrería sintió que lo atrapaban y sacó dos armas de fuego, una .38 súper y una .32; escogió la primera para meterse un balazo en la cabeza.

Los policías antes de que se disparara activaron el código rojo pues al verlo con las dos pistolas en sus manos pensaron que los iba a atacar por lo que acudió en apoyo una gran cantidad de agentes de la Policía Federal, de la Municipal, de la Estatal Preventiva y del Ejército Mexicano, pero al ver el cuerpo agonizante se retiraron del mencionado sitio, quedándose sólo los elementos de la DEI.

Al lugar llegaron los paramédicos de la Cruz Roja y después de prestarle atención médica por casi una hora se lo llevaron al Hospital General, pero al pasar unos cuantos minutos de agonía pereció.

Macabros hallazgos

Un par de horas más tarde los investigadores fueron a revisar la casa de Alejandro, la misma que le había prestado su abuelo Bernardo, y en el patio, debajo de una capa delgada de losa estaban sepultados clandestinamente los cuerpos de su abuelo y de su tío. Presentaban golpes contusos, heridas por arma blanca y al menos a uno de ellos se le apreciaba una herida de bala.

El día 13 del presente mes a bordo de una camioneta de una de las víctimas de Félix Carrillo aprehendieron a su amiga Flor Angélica, quien no tuvo más remedio que confesar que había sido cómplice del suicida y que ella se encargó de hacer una llamada a la familia de Bernardo y Manuel Félix para pedir 500 mil pesos por su liberación por lo que fue consignada por el delito de secuestro.

Finalmente, el 17 de abril en los terrenos de la ampliación 5 de mayo fue encontrado enterrado el cuerpo sin vida de Nabor, quien presuntamente fue asesinado por Alejandro y arrojado a una zanja para que no lo encontraran; la causa de su muerte fue traumatismo de cráneo y hemorragia tras haber sido degollado.

Lo que se llevó a la tumba

El subprocurador general de Justicia, Noel Díaz, comentó que no se pudo conocer si el homicida-suicida era adicto a las drogas y obviamente por su deceso no fue posible hacerle estudios psicológicos para saber qué le motivaba a asesinar.

El funcionario agregó que los crímenes que se le imputan estaban comprobados; sólo faltó tenerlo con vida para conocer su declaración. Sin embargo, en el momento en que fue capturada su compañera delictiva, Flor Angélica, y tras obtener su confesión se pudieron ligar muchas líneas de investigación que permanecían aún inconclusas.

Entonces, pues, quizá nunca se podrá saber por qué usaba métodos tan violentos para asesinar a sus víctimas y si había algún motivo específico para atacar a sus propios parientes ya que con excepción del custodio del Cereso eran familiares.

Bernardo era su abuelo paterno; Manuel, hermano de su padre; y Ricardo, el que murió en 2001, al parecer era su primo hermano.

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