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miércoles 25 de diciembre del 2024.

Raúl Osiel Marroquín “El Sádico” o “El Asesino del Arcoíris”, una terrorífica historia de asesino serial en México

Raúl Osiel Marroquín tenía tan solo 25 años cuando la justicia lo detuvo el 23 de enero de 2006 en la Ciudad de México. El motivo: al menos sedujo, secuestró y estranguló a cuatro hombres homosexuales. El modo de proceder era muy evidente: una vez muertos, metía los cuerpos en una maleta y los abandonaba en las inmediaciones del metro Chabacano y la colonia Asturias en la CDMX.

Marroquín aseguraba que las personas de la comunidad gay eran “un mal para la sociedad”, por lo que evidenciaba una personalidad con rasgos discriminatorios. Esta es la historia completa de “El Sádico”.

A la caza en la Zona Rosa

Los bares gays de la Ciudad de México, en especial en la Zona Rosa, eran la zona de caza predilecta de Raúl Osiel Marroquín. En ellos trababa amistad con jóvenes a los que seducía y llevaba a hoteles de paso o a su departamento (ubicado en el número 4223 de la avenida Andrés Molina Enríquez, en la colonia Asturias) para un encuentro sexual.

Marroquín los interrogaba con un propósito: conocer su estatus económico. Si los jóvenes no tenían nada que ofrecerle, Raúl los dejaba ir. En cambio, si sus amantes informaban tener una buena posición financiera, su interés hacia ellos era inmediato.

Ahí, Raúl los asesinaba. Su modus operandi era el estrangulamiento, ya sea con sus manos o con bolsas de plástico. Sin embargo, la preocupación por el estatus financiero de sus víctimas tenía un claro propósito: se comunicaba con sus familias para pedir un rescate de entre 15,000 y 120,000 pesos, según informaron las autoridades en su momento.

“Sus cautiverios duraban entre cinco y siete días en el departamento que se usaba como casa de seguridad, donde además los torturaba para posteriormente ahorcarlos con una soga hasta privarlos de su vida”, declaró Genaro García Luna en conferencia de prensa el 26 de enero del 2006, fecha en que se anunció la captura del asesino.

El depredador no solo gozaba con lo que hacía, sino que también gustaba de quedarse con recuerdos de sus actos: las identificaciones oficiales de sus víctimas.

Cabe destacar uno de los detalles más morbosos de los actos de este sujeto: en una ocasión arrancó la piel de la frente de una de sus víctimas con la que hizo una especie de estrella para confundir a la policía y que ésta creyera que se trataba de crímenes satánicos, según se puede leer en el libro Enciclopedia del homicidio serial en México, de Ricardo Ham, periodista y experto en el tema de asesinos seriales.

Miedo y presión mediática

Cuando los cuerpos desmembrados y ocultos dentro de maletas comenzaron a aparecer por la zona de metro Chabacano, la prensa apodó al responsable como “El Asesino del Arcoíris” o, como mejor se le conoce, “El Sádico”, por su excesiva violencia.

La presión sobre las autoridades fue en aumento. Agentes de la entonces Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal catalogaron los actos como crímenes de odio por homofobia.

Así fue la captura de Raúl Osiel Marroquín, “El Sádico”

¿Exceso de confianza, soberbia, capricho del destino, una dosis de las tres? El descubrimiento de Raúl fue un golpe de suerte. Recién culminado uno de sus asesinatos, el joven cargaba una maleta con un cuerpo en su interior. Se dirigía al lugar habitual para deshacerse de él.

En el momento en que se percató de que de la maleta salía un rastro de sangre, vio que una patrulla se acercaba. Abandonó su carga y se escondió detrás de un árbol. La patrulla pasó  de largo y Marroquín, creyendo que estaba a salvo, recuperó el objeto y reanudó su camino.

Pero un corredor pasó cerca de él, llevando un perro a su lado. Al oler la sangre, el animal se inquietó. Tanto el corredor como la patrulla que pasaba cerca se dieron cuenta de que algo extraño pasaba con aquel muchacho.

Genaro García Luna, titular de la entonces Agencia Federal de Investigación (AFI), comunicó el 26 de enero de 2006 sobre el arresto de Raúl Osiel Marroquín Reyes, el asesino de cuatro personas homosexuales y autor de por lo menos seis secuestros. Las autoridades lo condenaron a 280 años de prisión en el 2010.

En total, las autoridades solo conocen cuatro homicidios cometidos por este asesino: Jonathan Razo, un estudiante de 20 años de edad, Ricardo López, empleado de una televisora y Armando Rivas y Víctor Ángel Balderas, ambos de tan solo 25 años de edad.

Actualmente, “El Sádico” se encuentra recluido en la penitenciaria varonil de Santa Martha Acatitla, según los últimos informes que se pueden recopilar de la prensa nacional.

El misterioso cómplice

El caso tiene una interrogante sobre la cual nunca se pudo comprobar nada: “El Sádico” afirmó en diversas ocasiones que contó con un cómplice en sus crímenes: Juan Enrique Madrid Manuel, quien le ayudaba a deshacerse de los cuerpos. Sin embargo, hasta la fecha no se tiene información de este sujeto. No se sabe cómo se conocieron ni cómo decidieron empezar a secuestrar y matar.

Una vida marcada por la violencia

En su libro Homofobia: odio, crimen, y justicia 1995-2005, el autor Fernando del Collado señala que los padres de “El Sádico” se llaman Roberto Marroquín y Gloria Reyes. Nuestro personaje nació el 1 de septiembre de 1980 en Tampico, Tamaulipas.

El 21 de enero de 1999 ingresó como soldado al 15 Batallón de Infantería de Tampico. Sus proyectos contemplaban avanzar como militar y estudiar medicina, pero la falta de recursos económicos lo obligó a renunciar.

Abandonó el Ejército mexicano en 2004 donde llegó a ser primer sargento. Además tenía registros por distintos delitos, como robo con violencia. Por este último delito presuntamente pasó 14 meses en prisión.

En la mente de “El Sádico”

Mónica Rodríguez Cano, psicóloga, criminóloga y especialista en identificar los factores biológicos y psicosociales de asesinos seriales, entrevistó a “El Sádico”. Éstas son algunas de las declaraciones:

“Cuando estas personas pasaban frente a mí, ya eran muertos vivientes. En mi cabeza ya estaban muertas”

le dijo Marroquín a la criminóloga en una ocasión durante sus entrevistas

“El caso de Raúl es muy interesante. Siempre me comentó que se desmadró para darle en la madre a sus papás”

“El papá se lo llevaba a zonas donde había sexoservidoras. Recuerda que su papá decía: Claro, ahí está un maricón, un joto. Raúl introyectó mucho todo eso”

¿Y tú, ya conocías este caso?

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