Un 20 de junio, pero del año pasado exactamente, fueron las balas, y no campanas, las que marcaron el antes y después en la vida de los habitantes de la comunidad de Cerocahui ubicada en el municipio de Urique, por primera vez, un asesino a sangre fría paso la invisible raya de respeto que había hacia sacerdotes católicos jesuitas en una zona dominada por el narcotráfico desde los años 70s.
Javier Campos Morales “El Gallo y Joaquín César Mora Salazar “Morita”, dos sacerdotes jesuitas que venían dedicando su vida y su tiempo a las personas más necesitadas de la región serrana de Urique y municipios aledaños, fallecieron a manos del extinto líder criminal, José Noriel Portillo Gil.
Lo que parecía un fin de semana cualquiera a 7 horas de la ciudad de Chihuahua, jamás se imaginaron, que al mismo joven a quien de niño le habrían dado sagrados sacramentos, les terminaría por arrancar la vida, en el interior de la Iglesia a la cual le habían dedicado toda su entrega y pasión.
Hace exactamente 12 meses, José Noriel Portillo Gil, alias El Chueco, ingreso hasta el altar de la Iglesia de Cerocahui a menos de 5 metros de la Plaza Principal, donde buscaba al guía de turistas, Pedro Palma, otro chihuahuense enamorado de los países y la gente de la Sierra.
Su intención era asesinarlo, los motivos permanecen en secreto, nadie sabe a ciencia cierta, que hizo enojar a El Chueco, tanto el padre Gallo como Morita, trataron de calmar al líder criminal para que le perdonara la vida a Palma, pero sus palabras no lo convencieron y de un momento a otro accionó sus armas de fuego en contra de las tres víctimas, cuyos cuerpos quedaron a un costado del Altar.
Gallo y Morita
Javier Campos Morales, El Gallo nació el 13 de febrero de 1943 en la Ciudad de México, su niñez la vivió en Monterrey, Nuevo León, ingresó a la Compañía de Jesús el 14 de agosto de 1959 y fue ordenado sacerdote hasta 1972.
En total fueron 34 años de servicio por parte de El Padre Gallo a las comunidades indígenas, muchos lo recuerdan como alguien que daba luz y esperanza a los más necesitados, pero no sólo se quedaba en palabras, era reconocido por gestionar apoyos a todo tipo de personas, sobre todo aquellas que padecían de alguna condición física u enfermedad.
Por su parte, Joaquín Mora Salazar o El Padre Mortia, nació el 28 de agosto de 1941 en Monterrey, Nuevo León, de igual manera ingresó a la Compañía de Jesús a la edad de 16 años y lo ordenaron como sacerdote en 1971, se entregó a manos llenas a las comunidades de la Tarahumara por más de 23 años.
El Chueco “el niño bueno” y el “malvado”
José Noriel Portillo Gil era considerado el líder criminal de la región de desde hace 10 años, desde el momento del hecho violento fue señalado por la propia Fiscalía General del Estado como el responsable de la muerte de los jesuitas y el guía de turistas, considerado uno de los operadores principales de la banda delictiva de Los Salazar a su vez pertenecientes al Cártel de Sinaloa.
En aquel entonces, Roberto Fierro Duarte fungía como fiscal General de Chihuahua y anunció una recompensa de 5 millones de pesos, para quien ofreciera información vital que diera con el paradero de El Chueco, la presión internacional era demasiado, y por ende la jugosa cantidad de dinero.
El Poderío de El Chueco se extendía a Mesa de Arturo, Bahuchivo, Cerocahui, San Rafael, así como otras regiones de la zona serrana que conectan con diferentes municipios con actividades mayormente relacionadas a la delincuencia organizada.
El Chueco, como lo describen quienes lo conocieron, tenían dos caras, dos facetas, la de un ser humano alegre y noble, que incluso pagaba cirugías médicas, que jugaban voleibol con los turistas y locales en la Plaza.
Aunque la otra cara, era a la que todos le tenían miedo, ya que cuando consumía alcohol, marihuana o cocaína se convertía en un monstruo a quien era mejor verlo a los pies, que directamente a los ojos, ya que estos reflejaban la mismísima muerte, “una mirada retadora, o mal entendida, significó para muchos borrarlos del mapa” dijo un habitante del pueblo
Desde el año 2017 las autoridades le seguían el paso, por haber atacado a la Comandancia de la Policía Municipal, pero lo que lo trajo a la luz pública a nivel internacional, fue cuando asesinó al norteamericano Patrick Braxton durante una fiesta, en la que aseguró que era un agente de la DEA que lo estaba investigado.
La Secretaría de Marina, la Secretaría de la Defensa Nacional, el Gobierno de Chihuahua y sus corporaciones policiales llegaron a montar impresionantes operativos para detenerlo en ese entonces, de nada sirvió, siempre estaba dos pasos delante de la autoridad.
“Cuando estaba jovencito, sufrió un accidente, en la cabeza le quedó una lesión grave, a él desde ese entonces le dijeron que no debía beber alcohol, ni consumir drogas, porque su cerebro al inflamarse podría cambiar su forma de actuar, y ciertamente eso pasaba” expresó alguien que lo conoció desde pequeño
Se apagó una luz
Los pobladores de Cerocahui y municipios aledaños describen a ambos padres, como personas dedicadas al servicio de los más necesitados, ellos dicen que es un luto, una luz que se apagó en el camino y que no se ha podido recuperar.
Se distinguieron por su labor altruista, dejaron con una profunda herida a toda la comunidad, durante las décadas que tuvieron presencia en toda la zona serrana, colindante con Choix, Sinaloa, brindaron apoyo, conseguían traslados médicos por tierra o aire, les brindaban educación a la vieja escuela a muchos, así como otros servicios, sin dejar de lado el aspecto espiritual.
Las acciones de Gallo y Morita iban más allá, su principal objetivo era mejorar las condiciones de vida de los lugareños, una tarea nada fácil, el narco desde hace más de 50 años tiene una gran presencia en la Sierra Tarahumara, por el cultivo de marihuana y amapola.
A El Chueco lo conocieron desde pequeño, hay personas del pueblo que por razones obvias prefieren omitir sus nombres y señas que los identifiquen, pero en el caso del Padre, Gallo, habría estado presente desde su bautizo, los religiosos conocían de las actividades del sangriento criminal, no era secreto a voces, todo mundo lo sabía.
Muerte antes que recompensa era la orden
Junio, julio, agosto, septiembre, octubre, noviembre, diciembre, enero, febrero, nada se sabía de El Chueco, las autoridades decían que estaban “cerca”, pero jamás lograron dar con su paradero, fue finalmente a mediados de marzo del año pasado, cuando el Gobierno Federal confirma que El Chueco habría sido encontrado sin vida en Choix a unos kilómetros de Chihuahua, sus captores prefirieron matarlo, antes que cobrar la recompensa y hablara de más estando en prisión.
Muchos pensaban que con eso se cerraría la cicatriz que había dejado el despiadado líder del crimen organizado, el cadáver fue encontrado días después de haber sido asesinado, muchos concordaban que el asesinato se cometió el 18 de marzo, al momento de localizarlo le encontraron, pantalón oscuro, playera verde y chaleco antibalas y con un impacto en la nuca.
En el narco corrido se hace aplogía del delito sobre El Chueco
Desde el triple asesinato se lleva una contabilización de 38 personas allegadas a El Chueco que han sido detenidas.
¿Cómo luce Cerocahui? Desde que llegaron las fuerzas armadas se desplegó un fuerte operativo, con recursos materiales, humanos y tecnológicos, en la Plaza está colocada la unidad móvil conocida como Escorpión que tiene la capacidad de detectar personas sospechosas, vehículos con reporte de robo y otros actos que están al margen de la ley.
La Iglesia de Cerocahui cuenta con cámaras de videovigilancia con monitoreo las 24 horas del día, tanto adentro como afuera del templo, esto como una de las medidas de precaución para evitar que de nueva cuenta suceda un hecho similar.
12 meses después, los pobladores de la Sierra Tarahumara, piden que los militares, el Gobierno de Chihuahua no los abandone, puesto que por primera vez sienten que son tomados con la importancia debida, además de que temen que al irse el Estado, surja un líder criminal con sed de venganza.
La Gobernadora, Maru Campos ha realizado giras de trabajo en Cerocahui, donde llevan junto consigo la conocida como Feria de Servicios, con lo que pretenden orientar brindar las atenciones primarias a los pobladores.
En sus discursos la Gobernadora ha reiterado que no se volverá a dejar solo al municipio de Urique, por el contrario buscarán conectarla con las demás regiones para que detonen la economía.
Por su parte el fiscal General del Estado, César Jauregui Moreno reconoció que el reto de las autoridades ya no es combatir sólo el narcotráfico, incluso insinúa que la actividad del sembradío de drogas ya no es tan redituable.
Trabajadores, ganaderos y locales coinciden que la tala desmedida de árboles podría tener afectaciones de manera directa al ecosistema y acusaron al Gobierno Federal de permitir que los delincuentes provoquen los incendios “controlados”, para luego ellos extraigan toda la madera posible de manera “legal”
Ahora los habitantes de la Sierra tienen que lidiar con la mafia de la madera, la venta de cerveza, cigarros y el huachicol, es una realidad que ni siquiera la autoridades ha podido desmentír
Hoy los pobladores junto con los sacerdotes estarán llevando a cabo una misa para recordar el primer año de la muerte de tres hombres, muy queridos por los uriquenses a pesar de todos ellos ser foráneos.
Con banderas, pañuelos y ropa blanca cientos de habitantes realizaron una Caminata por la Paz, con la que quieren ser escuchados y no quedar jamás de nueva cuenta como un municipio en el olvido o peor aún fantasma.
Esto piden sacerdotes y pobladores: Primero que lleguen oportunidades reales de desarrollo y no solo el “Viva, viva”, y las despensas que aunque son de gran ayuda, difícilmente duran un mes, que impulsen las obras, las comunicaciones, el turismo.
Los Jesuitas por otra parte, que se detenga de una vez por todas la tala clandestina de árboles, que garanticen la seguridad de los misioneros y que dejen al pueblo con tranquilidad.
La autoridad, en los últimos meses ha invertido millones de pesos para servicios médicos, clínicas, apoyos asistenciales, de alimentación, así como la proyección de obras.
En palabras de los pobladores, la muerte de los sacerdotes católicos del orden jesuita, es un vacío que estará por siempre en sus corazones, pero que por fin luego de décadas de olvido, el mundo volteo a Urique, y ellos tiene la esperanza de que el asesinato de Gallo, Morita y Palma sirva para cambiar la realidad de la Sierra.
Hace unos minutos la comunidad de Cerocahui, Urique llevó a cabo la purificación de las tumbas de Gallo y Morita en el jardín frontal de la Iglesia de San Francisco Javier.
En la homilía recordaron las grandes obras de ambos sacerdotes a quienes dentro de la comunidad católica consideran como mártires, al haber muerto a manos de un sangriento asesinato, ya que suplicaban por la vida de Pedro Palma.