Migrantes, en su mayoría de origen venezolano y colombiano, hicieron guardia un día antes afuera de la Puerta 36
La Puerta 36, de la valla metálica que divide a México y Estados Unidos, ubicada en esta ciudad fronteriza, se abrió a lo largo de la mañana de este domingo para dejar pasar a los pacientes migrantes, que luego de una travesía de kilómetros, y esperar por horas, lograron su objetivo de ingresar a El Paso, Texas.
Los migrantes, centro y sudamericanos, pero principalmente venezolanos, llegan hasta este punto guiados por lo que llaman la “aplicación CBP-One”, que los va llevando hasta la frontera.
Una vez en el lado estadunidese, si se llega y se logra pasar por la Puerta 36, serán sometidos a una evaluación y deberán comprobar que alguien los recibirá en un punto de Estados Unidos, y se calificará si se les permite ingresar.
Mirada de esperanza
Desde el borde del río Bravo, de lado mexicano, Juan Bernabé, de 50 años, y su hijo Giovanni, de 9, miran hacia el lado estadunidense, como las autoridades van formando a los migrantes para dejarlos pasar al otro lado.
Han viajado desde el departamento de Huehuetenango, Guatemala, en un recorrido por autobuses, que les ha costado aproximadamente 15 mil pesos, para llegar a la Puerta 36 de Ciudad Juárez, en donde, les dijeron, se puede cruzar.
“Acá, pues, hay trabajos más pa’ dentro y yo quiero superar mi vida, con mi familia, con mi esposa”, comentó Juan Bernabé.
En Huehuetenango se quedó su esposa, con sus otros cinco hijos, esperando respuestas y el envío de los recursos que le ayuden a superar su condición de pobreza, dedicada al cultivo de maíz.
Giovanni decidió acompañar a su padre, habla la lengua mam y un poco de español, pero quiere aprender inglés.
“Porque quiere estudiar, quiere hablar inglés. Como hay muchos chicanos que van, los que nacieron aquí ya hablan inglés, y mi hijo dijo: ‘si hay una facilidad, yo quiero hablar inglés’”, comentó Juan Bernabé.
Debido a una fuerte lluvia que cayó el sábado, creció el nivel del río Bravo, pero Juan Bernabé y Giovanni, esperarán hasta intentar cruzar e ingresar, mientras se paran al borde del río y no dejan de ver hacia la Puerta 36.
Caminar
Otros migrantes no son tan pacientes. Les llegó la versión de que la Puerta 36 cerraría en definitiva el pasado 28 de septiembre, y prefieren caminar para buscar un punto que les permita burlar a la Guardia Nacional y a la Border Patrol, ambas de Estados Unidos.
El viernes pasado, Alexander Torres y Moisés, su paisano y compañero de travesía, quienes han viajado desde Honduras, caminan en paralelo a la valla que sirve de frontera, ante las escasas posibilidades de cruzar por este punto, luego de un viaje que inició en diciembre del año pasado.
“Uno sale de los países por las situaciones que están volviéndose, ya no hay seguridad, no hay una fuente de empleo, una maquila que es una fuente de empleo,