Tras el embate devastador del huracán Otis, la situación en Acapulco se torna cada vez más desesperada. Mientras los turistas huyen en masa, la comunidad local y los valientes rescatistas se enfrentan a una dura realidad. La falta de suministros básicos, incluida el agua, la electricidad y la señal telefónica, agrava una situación ya de por sí crítica.
En medio del caos, se ha reportado un acto de rapiña en la planta de La Costeña, donde decenas de personas se llevaron miles de latas de alimentos, incluso frente a la presencia de agotados militares que luchan por recuperar la normalidad en la región. Con la escasez de combustible paralizando el transporte público, cientos de residentes se ven obligados a caminar largas distancias como única alternativa de movilidad.
Los soldados se preparan para enfrentar la ardua tarea de limpieza y reconstrucción, enfrentándose a toneladas de escombros que bloquean la importante avenida que conecta la Autopista del Sol con el Maxitúnel. Mientras tanto, la comunidad local lucha por recuperar un sentido de normalidad en medio del desastre, buscando desesperadamente recursos vitales y asistencia de emergencia en esta hora más oscura para Acapulco.