Mike Pence cuenta con un currículum que la mayoría de los aspirantes a la Casa Blanca soñarían tener. Fue congresista. Fue gobernador de un estado grande en la región centro-norte de Estados Unidos. Vicepresidente en una ocasión.
En épocas normales, alguien con dicha experiencia estaría bien posicionado para ganar la nominación de su partido a la presidencia del país.
Pero estas no son épocas normales, y la decisión de Pence de poner fin a su campaña más de dos meses antes de la primera contienda en las primarias republicanas pone de relieve el grado al que el partido ha sido absorbido por el expresidente Donald Trump y sus mentiras sobre las elecciones del 2020 que perdió ante el demócrata Joe Biden.
Pence hizo el sorpresivo anuncio el sábado en Las Vegas, donde él y otros aspirantes republicanos a la presidencia hablaron en una cumbre patrocinada por la Coalición Republicana Judía.
Pero de muchas maneras, la campaña de Pence terminó años antes de que empezara oficialmente, en los días previos al 6 de enero de 2021.
Eso fue cuando Trump, desesperado por aferrarse al poder, se convenció de que Pence, como presidente del Senado, podía de alguna forma rechazar los resultados de las elecciones, un poder que el entonces vicepresidente no poseía.