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Heroica ciudad de Chihuahua, Chih. México
13 de agosto 2025

Marchan contra todos los partidos; “NO DESMANTELAR LAS CONQUISTAS CIUDADANAS

La protesta de ayer fue para “defender” la democracia que “no nos cayó de lo alto, no fue una concesión graciosa ni un regalo del poder”, según Córdova

Con toda la sazón de una campaña electoral, la concentración de ayer de cientos de miles de personas –vestidas de blanco y rosa–, en el Zócalo de la Ciudad de México –desnudo, otra vez, de la Bandera Nacional– y las calles del primer cuadro que llevan a esa histórica plancha tuvo el objetivo de “defender” la democracia ante la intentona de “desmantelar” las conquistas ciudadanas, más allá de toda la gama partidista.

Guindas, azules, rojos, naranjas, verdes y amarillos, de alguna u otra manera, todos los partidos y sus colores fueron zamarreados por los ciudadanos que quieren hacer valer su voto. No solamente en la capital mexicana.

Lorenzo Córdova, exconsejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), fue la voz en el templete –pero no la única–, de la mohína ciudadana.

“Que quede claro: no estamos aquí reunidos, en ejercicio de nuestros derechos constitucionales, para apoyar o criticar a ninguna candidatura, a ninguna campaña, a ningún partido o coalición; es más, no estamos aquí para criticar a ningún gobierno en sí. Estamos aquí reunidos para defender a la democracia y para decirle NO a toda propuesta que busque desmantelar las conquistas que en ese sentido hemos alcanzado”.

A ras de piso de esta Marcha por nuestra democracia, unos decían: “¡Gobierno, entiende, el voto no se vende!”. En una pancarta de un activista del movimiento estudiantil de 1968 se leía: “No al regreso de las dictaduras sexenales; para eso luchamos”; una pareja de jóvenes paseaba un cartón con la consigna: “Democracia es la existencia de instituciones autónomas”.

LUCHAS

Córdova, un académico, hijo de Arnaldo Córdova, hombre de izquierda, izquierda, izquierda, cercano al presidente Andrés Manuel López Obrador, de espalda al balcón central del otra vez acorazado Palacio Nacional dijo:

“La democracia no nos cayó de lo alto, no fue una concesión graciosa ni un regalo del poder. La democracia en México es el resultado de muchas luchas ciudadanas que costaron esfuerzo, dedicación y en algunas ocasiones hasta sangre. La democracia se consiguió gracias a la apuesta que hicieron varias generaciones de mexicanas y mexicanos que, a pesar de sus diferentes posturas políticas e ideológicas, tuvieron un propósito común: que fuéramos nosotros, con nuestro voto libre, los que decidamos quienes serán nuestros gobernantes…”.

Sobre la calle de José María Pino Suárez, a un costado de la puerta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con un chaleco rosa, en busca de un lugar dónde desayunar, el aún senador Gustavo Madero, despojado ya oficialmente de cualquier filia partidista, dijo: “Hay una crisis entre los partidos políticos, que no abrazan las demandas de la ciudadanía”.

Un joven de unos 22 años a voz en cuello, sobre la calle de Francisco I. Madero, rumbo al templete de los organizadores gritaba: “¡Voto libre, voto libre!”, mientras la música de los Ángeles Azules (“de Iztapalapa para el mundo”) hacía bailar hasta el más estirado.

Premio o castigo

Córdova, que antes de subir al templete para su discurso –donde estuvo acompañado por José Woldenberg, José Ramón Cosío, oradores de las otras dos manifestaciones ciudadana–, enchamarrado estuvo en uno de los dos balcones más altos del Gran Hotel de la Ciudad de México observando cómo poco a poco se fue poblando de puntos blancos y rosas la plancha del Zócalo de la Ciudad de México, dijo:

“Hoy México, a pesar de los riesgos que nos amenazan, es un país en donde somos las ciudadanas y ciudadanos los que decidimos, con nuestro voto libre, quienes nos gobiernan y representan, los que premiamos o castigamos en las urnas a los buenos o a los malos gobiernos. Hoy contamos con instituciones que nos protegen frente a los abusos del poder, incluso del de las mayorías autoritarias, y ante las cuales podemos defender nuestros derechos. Hoy hemos construido una sociedad en donde todas y todos tenemos cabida, a pesar de nuestras diferencias legítimas y sin que se nos persiga por pensar diferente”.

Nadie puede saber si las personas que estuvieron ayer en la Marcha por nuestra democracia, participaron en las marchas del 18 de noviembre de 2022 y en la del 24 de febrero de 2023, también atiborradas de entusiasmo por defender al INE, primero y luego a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, pero ayer se apreciaba mayor diversidad social, económica y académica.

REPRESENTATIVIDAD

Difícil decir que solamente personas etiquetadas como fifis fueran las únicas que llegaron a la concentración, que no estuvo exenta de manifestaciones contra el Presidente. “El único privilegio que vengo a defender es mi libertad; no a la dictadura desde Palacio Nacional”, se leía en una pancarta enarbolada por un hombre maduro. O ese momento cuando a una sola voz se escuchó: “¡Narco presidente!”.

Una anciana que mencionó haber votado desde la primera vez que las mujeres lo pudieron hacer en México –a partir de 1955–, dijo: “México ha tenido una vida difícil en esto de las elecciones, antes solamente ganaba el PRI; desde hace tiempo se abrieron posibilidades, que nos dejen escoger”.

Desde muy temprano, cuando apenas salía el sol y no lograba elevar la temperatura por el frente frío 35 de la temporada, las principales calles que llevan al Zócalo capitalino se empezaron a salpicar de puntos blancos y rosa, pero más se observaba a gente con chamarras, hasta que, conforme fue calentando, la gente se fue quitando el abrigo, y aquello fueron nítidas motas blancas y rosas que cargaron en contra de la gama partidista de México.

Amado Avendaño, uno de los organizadores de la Marcha por nuestra democracia y de las otras dos, animaba a los ciudadanos diciendo:

“La inmensa mayoría de los ciudadanos que estamos aquí no aspiramos a un puesto de elección popular; hay una crisis de representatividad; que nos vean los de aquí, los de allá y los de todos lados”.

Conforme iba acercándose la hora de la cita para la concentración, las diez de la mañana, la gente llegaba al Zócalo por las calles de 5 de Mayo, donde algunos se acercaban a la improvisada tienda de campaña de los huelguistas del Monte de Piedad a dejar alguna moneda.

También lo hacían por la calle de Brasil y Madero, más concurrida pues ahí aprovechaba la gente para desayunar o al menos tomarse un cafecito.

Sobre la calle de 16 de septiembre, el Vip’s, Starbucks, Cielito Café, Bertico Café, Krispy Kreme, estaban a reventar.

En esa parte del Zócalo María Amparo Casar, presidenta de Mexicanos contra la Corrupción, articulista de Excélsior, se dejaba querer por gente que la identificaba y le pedía una selfi, mientras la analista política organizaba le pudieran comprar un espresso doble y celebraba que Xóchitl Gálvez, la candidata presidencial opositora haya declinado participar en el acto de ayer.

“No quiero una presidenta con la cantidad de poder que acumula actualmente López Obrador”, dijo Casar.

María Amparo Casar, que ha sido como Lorenzo Córdova, José Woldenberg, José Ramón Cosío, Claudio X. González –presente como parte de la organización de la marcha–, blanco de la crítica presidencial, comentó que le daba mucho gusto que se pueda ver que las miles de personas que llegaron al Zócalo lo hicieron por sus propios medios, que nadie fue acarreado.

POLÍTICOS, PRESENTES

Como era de esperarse, los políticos profesionales no se pudieron sustraer del canto de la ciudadanía. Entre la multitud se pasearon Jesús Zambrano, líder de lo que queda del PRD; Santiago Taboada, candidato de la alianza opositora al gobierno de la Ciudad de México y Enrique de la Madrid, priista y parte de la campaña de Xóchitl Gálvez.

Y mientras los políticos profesionales se dejaban ver, Lorenzo Córdova argumentaba que “son tres los logros democráticos que están en riesgo y que vamos a defender: en primer lugar, las reglas y las condiciones que nos permiten votar en libertad en elecciones auténticas y equitativas”.

De acuerdo con Córdova –a quien sin duda le faltó emoción–, “nos costó mucho conseguir que el voto efectivamente cuente y se cuente bien, tener un sistema de partidos, sin duda imperfecto, pero que refleja la pluralidad de posturas e ideologías que existen en nuestra sociedad, así como tener elecciones equitativas y vigiladas por autoridades, organizaciones sociales y la ciudadanía.

“Nos costó mucho tener órganos electorales confiables que fueran autónomos del poder e independientes de los intereses de los partidos políticos. Hoy todo esto está bajo amenaza. Déjenme decirlo así: nos pasamos más de 40 años construyendo una escalera, cada vez más sólida, cada vez más robusta, cada vez más firme, para que quien tuviera los votos pudiera acceder al primer piso y hoy, desde el poder, quien llegó a ese primer piso por la libre voluntad de la ciudadanía, pretende destruir esa escalera para que nadie más pueda transitarla”.

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