Una madre británica fue sentenciada a siete años y medio de prisión por un caso extremo de crueldad infantil: mantuvo a su hija encerrada en un cajón de cama durante los primeros tres años de su vida. El juicio, llevado a cabo en el Tribunal de la Corona de Chester, Inglaterra, ha conmocionado a la opinión pública.
Según los fiscales, la niña vivió sin acceso a luz natural ni aire fresco desde principios de 2020 hasta su descubrimiento en 2023. Durante ese tiempo, fue alimentada con Weetabix líquido mediante una jeringa y nunca recibió atención médica.
Al ser encontrada, la menor presentaba deformidades, desnutrición severa y el desarrollo físico de un bebé de siete meses.
El juez Steven Everett calificó el trato como “increíblemente cruel”. Además de las condiciones físicas, la niña nunca había tenido contacto social ni respondía a su propio nombre, lo que evidencia el aislamiento total al que fue sometida.
El descubrimiento del horror
El caso salió a la luz cuando un visitante escuchó el llanto de la menor desde el piso superior de la vivienda en Cheshire y alertó a las autoridades. Una trabajadora social, al llegar, describió el estado de la niña como “horroroso”, con cabello enmarañado, erupciones cutáneas y signos claros de negligencia.
La madre admitió cuatro cargos de crueldad infantil, justificando que el cajón nunca estuvo cerrado y que había mantenido la existencia de la niña en secreto, incluso de su pareja. El juez Everett, con 46 años de experiencia, señaló que nunca había presenciado un caso tan grave.
Actualmente, la niña se encuentra en un hogar de acogida, pero enfrenta graves problemas de desarrollo y adaptación. Expertos señalan que el daño psicológico y físico sufrido podría tener consecuencias a largo plazo, y necesitará apoyo especializado para superar el trauma.
Organizaciones de protección infantil, como la NSPCC (Sociedad Nacional para la Prevención de la Crueldad contra los Niños), han expresado su indignación y pedido mayores esfuerzos para detectar y prevenir casos similares.
En Reino Unido, los servicios sociales enfrentan críticas por no haber identificado antes el maltrato, pese a señales de alarma.
Este caso subraya la importancia de la intervención temprana y el rol crucial de la comunidad en la protección de menores vulnerables. Mientras tanto, la niña comienza un largo camino hacia la recuperación, en busca de una vida libre de abusos.