Chihuahua, Chih.- Cada 1 de diciembre se conmemora el Día Mundial del SIDA, una fecha que busca generar conciencia sobre esta enfermedad, su impacto en la sociedad y la importancia de la prevención y el tratamiento. El Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) es la fase avanzada de la infección por el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), caracterizada por el deterioro del sistema inmunológico, lo que aumenta la vulnerabilidad a diversas infecciones y enfermedades.
En México, el VIH/SIDA sigue siendo un problema de salud pública significativo. Según datos recientes del Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH y el SIDA (CENSIDA), se estima que alrededor de 340,000 personas viven con el virus en el país. A nivel global, la cifra supera los 39 millones de personas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Si bien los avances médicos han permitido mejorar la calidad de vida de quienes viven con esta condición, el estigma social sigue siendo una barrera para la atención y el bienestar de los pacientes.
Además de los desafíos médicos, las personas con SIDA enfrentan discriminación y prejuicios que afectan su salud mental y su integración social. La desinformación y el miedo han contribuido a que el estigma persista, dificultando el acceso a un tratamiento adecuado y reduciendo la calidad de vida de quienes padecen la enfermedad. Ante este panorama, diversas estrategias han demostrado ser efectivas para mejorar las condiciones de vida de los pacientes, entre ellas, la práctica regular de ejercicio físico.
La Facultad de Ciencias de la Cultura Física de la Universidad Autónoma de Chihuahua realizó una investigación para evaluar los efectos del ejercicio sobre variables biopsicosociales en pacientes con diagnóstico de SIDA en estadio 3, atendidos en el Centro Ambulatorio para la Prevención y Atención en SIDA e Infecciones de Transmisión Sexual (CAPASITS) de la ciudad de Chihuahua.
El estudio, de tipo cuasi experimental, incluyó a seis pacientes adultos divididos en un grupo experimental y un grupo control. Durante tres meses, los participantes del grupo experimental realizaron ejercicio físico moderado tres veces por semana. Se analizaron variables como el conteo de células CD4, la composición corporal, la capacidad cardiorrespiratoria, la fuerza, la flexibilidad y aspectos psicosociales relacionados con la calidad de vida, la ansiedad y la depresión.
Los resultados del estudio demostraron que el ejercicio físico tuvo un impacto positivo en las capacidades físicas de los pacientes, además de mejorar algunos aspectos psicológicos, como la reducción de la ansiedad y la depresión. Sin embargo, no se observaron cambios significativos en la composición corporal ni en el conteo de células CD4. Estos hallazgos subrayan la importancia del ejercicio no solo como una herramienta para mejorar la condición física, sino también como un recurso valioso para el bienestar emocional y social de las personas que viven con SIDA.
El ejercicio físico es una estrategia accesible y efectiva para mejorar la calidad de vida de quienes padecen enfermedades crónicas. Ya sea SIDA, diabetes, hipertensión u otros padecimientos, la actividad física regular contribuye a fortalecer el cuerpo, reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo. Por ello, se invita a todas las personas, independientemente de su condición de salud, a incorporar el ejercicio en su vida diaria como un pilar fundamental para el bienestar integral.
Esta investigación fue realizada por el L.M.H José Tonatihu Correa
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