H. Cd. de Chihuahua.- Cada 22 de mayo, miles de personas alrededor del mundo celebran a Santa Rita de Casia, reconocida por la Iglesia como la patrona de los imposibles. Su historia ha tocado corazones durante siglos: fue esposa, madre, viuda y finalmente monja. Vivió entre el dolor y la fe, soportando grandes pruebas sin perder la esperanza.
Santa Rita supo lo que era el sufrimiento. Perdió a su esposo de forma violenta y más tarde a sus dos hijos. Aun así, no se rindió. Entró al convento agustino, donde vivió en oración y servicio. Se dice que recibió una espina en la frente como señal de su unión con el sufrimiento de Cristo, y que una rosa floreció en invierno cuando ella la pidió, ya en su lecho de muerte.
A lo largo de los años, fieles en todo el mundo le han rezado con la certeza de que ella intercede ante Dios, especialmente cuando ya no hay solución humana. Se le atribuyen curaciones, reconciliaciones familiares y favores imposibles.
Muchos aún hoy en día se acercan a su imagen con lágrimas, veladoras y esperanza. Porque Santa Rita no promete resolverlo todo… pero siempre escucha.