
Ciudad Juárez arde, y no es solo por el calor del desierto. Nuestra ciudad despierta cada mañana con tres noticias recurrentes: opioides, extorsiones y cadáveres.
Es el fuego del crimen organizado que quema vidas, comercios y esperanzas. Es el veneno del fentanilo que mata a nuestros jĂłvenes. Es la extorsiĂłn que doblega a los valientes y la inseguridad que se rĂe en la cara de un alcalde, Cruz PĂ©rez CuĂ©llar, que parece más ocupado en paseos internacionales que en apagar el infierno que consume su ciudad. Mientras tanto, tĂşneles, rumores de listas negras y tragedias personales pintan un panorama donde la frontera no solo divide paĂses, sino la realidad de la retĂłrica oficial.


La inseguridad en Juárez no es noticia; es una herida abierta que no cicatriza. El viernes 17 de mayo, cuatro personas fueron ejecutadas a balazos en un solo dĂa, un recordatorio brutal de que el crimen organizado no descansa. Operan con una impunidad que hace de las calles un campo de batalla, mientras PĂ©rez CuĂ©llar presume mesas de seguridad y “avances” que solo existen en sus discursos. ÂżDĂłnde está la estrategia que prometiĂł? Porque los cuerpos en las esquinas y las balas en el aire cuentan otra historia: la de una ciudad donde el miedo manda más que el municipio.
Y luego está el fentanilo, el asesino silencioso que se lleva a los jĂłvenes de Juárez. Cinco muertes por sobredosis en un fin de semana, reporta la FiscalĂa de Chihuahua, y la cifra no sorprende. La crisis de opioides es una epidemia que el gobierno municipal ignora, como si las vidas de esos chicos fueran desechables. No hay campañas de prevenciĂłn, no hay centros de rehabilitaciĂłn suficientes, solo titulares que se desvanecen mientras las familias entierran a sus hijos. PĂ©rez CuĂ©llar, ÂżdĂłnde está la urgencia? ÂżO es que las estadĂsticas de muertos no caben en tus “reels” de autopromociĂłn en las redes sociales?

Los comerciantes, esos hĂ©roes anĂłnimos que sostienen la economĂa local, enfrentan su propio calvario. El 13 de mayo, cinco tiendas en el centro de Juárez fueron incendiadas por extorsionadores tras negarse a pagar cuotas. Un lesionado, pĂ©rdidas totales y un mensaje claro: en esta ciudad, resistir al crimen tiene un costo. Estos no son simples delitos; son actos de terrorismo que prosperan en la sombra de una autoridad que no protege. PĂ©rez CuĂ©llar habla de “cooperaciĂłn ciudadana”, pero ÂżquĂ© cooperaciĂłn puede haber cuando los ciudadanos están solos ante el hampa?
ÂżEn quĂ© momento bajamos la guardia? ÂżDĂłnde quedĂł la indignaciĂłn civil? ÂżCuándo fue que normalizamos pagar “cuota” para trabajar en paz? ÂżCuántas vidas más deben arder, cuántas madres deben enterrar hijos muertos por consumir fentanilo, cuántos jĂłvenes deben desplomarse con los ojos vacĂos y la sangre saturada de opioides para que entendamos que Juárez está enferma?
Y luego está la sombra de la “Marco’s List”, esa supuesta lista negra que, aunque no confirmada, circula en murmullos desde los Estados Unidos. Se dice que señala a funcionarios mexicanos, incluido el propio PĂ©rez CuĂ©llar, por presuntos nexos con el crimen organizado. Los rumores apuntan al tĂşnel clandestino que traficaba drogas e inmigrantes a Texas, una operaciĂłn que habrĂa puesto a Juárez en la mira de Estados Unidos. Verdad o no, la especulaciĂłn crece porque el alcalde no da respuestas. Su silencio es un eco que resuena en una ciudad donde la desconfianza ya es moneda corriente.
Para colmo, la tragedia personal toca a su cĂrculo cercano. El señor Arturo UrquidĂ, director de RegulaciĂłn Comercial y uno de sus colaboradores más leales, desafortunadamente muriĂł en un accidente de motocicleta en Monteverde, Nuevo MĂ©xico, hace dĂas, dejando a su esposa gravemente herida y hospitalizada. Pero, curiosamente, PĂ©rez CuĂ©llar no ha cruzado la frontera para visitarla. ÂżPor quĂ©? ÂżAcaso el alcalde, tan dado a los reflectores internacionales, teme no ser bienvenido en suelo estadounidense? ÂżSerá que las especulaciones sobre su estatus migratorio tienen algo de verdad? No lo sabemos, pero su ausencia en un momento de dolor levanta cejas y alimenta sospechas. En Juárez, hasta las omisiones cuentan historias.
Esta ciudad merece más que un alcalde que posa para la foto mientras el crimen, el fentanilo y las extorsiones la consumen. Merece un lĂder que enfrente la realidad, no que la esquive en giras a Taiwán o en obras de relumbrĂłn. Juárez no necesita más pasos elevados; necesita seguridad, prevenciĂłn y justicia. Porque aquĂ, en esta frontera donde una chispa basta para desatar un infierno, el fuego no solo quema locales y bosques: quema la confianza en un gobierno que, bajo Cruz PĂ©rez CuĂ©llar, parece más perdido en el humo que dispuesto a apagarlo.

EPÍLOGO: Cruz Pérez Cuéllar se pinta como el salvador de Juárez
Cruz PĂ©rez CuĂ©llar se pinta como el salvador de Juárez, pero su gestiĂłn está llena de claroscuros. Por un lado, presume obras y alianzas internacionales; por otro, no puede ocultar la violencia desbocada, las acusaciones de corrupciĂłn y la percepciĂłn de que sus prioridades están en su imagen más que en los juarenses. Su supuesta popularidad del 65 % choca con una ciudad donde se queman tiendas, los baches son el dĂa a dĂa y el fentanilo gana terreno. ÂżEs Cruz un lĂder transformador o un polĂtico oportunista que sabe vender espejitos? Las evidencias apuntan más a lo segundo: un alcalde que viaja al extranjero mientras Juárez se desangra y que pone piedras de obras, mientras la inseguridad las sepulta.



