En un movimiento sin paralelo en 60 años, el presidente Trump desplegó unilateralmente a la Guardia Nacional en Los Ángeles, ignorando por completo la autoridad del gobernador Gavin Newsom. Esta acción rompe con una tradición de respeto al mando estatal sobre fuerzas militares locales que se mantenía desde la era de Kennedy.
El polémico despliegue de 2,000 efectivos -justificado como respuesta a protestas contra redadas migratorias- ha creado un peligroso precedente constitucional. Expertos jurídicos alertan que marca la primera vez desde 1963 que un presidente federaliza tropas estatales contra la voluntad expresa de las autoridades locales, una medida que antes solo se usaba en crisis nacionales extremas.
Mientras los soldados patrullan calles de Los Ángeles, la medida ha desatado una tormenta política. La gobernación californiana la califica de “abuso de poder”, mientras organizaciones civiles preparan batallas legales. Este choque frontal entre el gobierno federal y el estado más poblado de la unión amenaza con redefinir los límites del poder presidencial en asuntos militares domésticos.