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miércoles 11 de junio del 2025.

Pandillas de Ciudad Juárez: los rostros callejeros del narco

Ciudad Juárez, frontera caliente por excelencia, es hoy un epicentro de la violencia ligada al narcotráfico en México. Pero detrás de los asesinatos, levantones, extorsiones y balaceras que azotan sus colonias, se esconde una estructura mucho más compleja que simples enfrentamientos, entre “bandas de jóvenes”: las pandillas locales operan como engranajes armados del crimen organizado, mimetizadas entre la marginalidad urbana y el poder de los grandes cárteles.

Desde hace más de dos décadas, agrupaciones como Barrio Azteca, Los Mexicles, Artistas Asesinos y La Línea han dejado de ser vistas como colectivos juveniles desorganizados.

Hoy, su rol dentro de la “narcoestructura” regional —ya sea como sicarios, distribuidores, informantes o agentes de control territorial— los convierte en actores clave de una guerra que se libra no solo por rutas de trasiego internacional, sino también por cada calle, colonia y penal del norte del país.

De la calle al cartel: cuatro brazos armados

Las principales pandillas de Ciudad Juárez están alineadas con los dos grandes bloques del narcotráfico mexicano: el Cártel de Juárez y el Cártel de Sinaloa. Esta alineación define su actuar, sus alianzas, sus zonas de influencia y sus enemigos.

Aunque algunas han surgido en los penales o entre deportados desde Estados Unidos, todas han evolucionado hacia estructuras híbridas —entre pandilla, ejército irregular y célula criminal— con alta capacidad de violencia.

1. Barrio Azteca

• Afiliación: Cártel de Juárez

• Origen: Cárceles de Texas en los años 80; reforzada en penales mexicanos

• Miembros estimados: entre 3,000 y 5,000

• Actividades: Sicariato, extorsión, secuestro, narcomenudeo, control carcelario

Con una de las estructuras más jerárquicas y disciplinadas, Barrio Azteca ha sido descrita como una “maquinaria criminal con doctrina militar”.

Controla unas 500 pandillas menores en la región fronteriza y ha establecido un férreo dominio en los penales, desde donde sus líderes —incluso presos de alta peligrosidad— dirigen operaciones criminales a través de teléfonos celulares y redes de cómplices.Identificadores: tatuajes con las siglas “BA”, el número “21” (B y A del alfabeto), imágenes prehispánicas como guerreros aztecas o plumas.

En años recientes, han comenzado a evitar marcas visibles para dificultar su identificación por parte de las autoridades.

2 Los Mexicles

• Afiliación: Cártel de Sinaloa

• Origen: Migrantes mexicanos deportados y presos en Texas

• Actividades: Narcomenudeo, sicariato, asaltos, extorsión

• Presencia: Colonias del sur y oriente de Juárez

Con una estructura menos rígida, pero una brutalidad feroz, Los Mexicles se caracterizan por el reclutamiento de jóvenes de entre 12 y 17 años, atraídos por promesas de dinero fácil, identidad y protección.

Sus enfrentamientos con Barrio Azteca y Artistas Asesinos han convertido a sectores enteros de la ciudad en zonas de guerra.Identificadores: tatuajes improvisados con la palabra “Mexicles”, una “M” grande, serpientes, soles o incluso el número “13”, por influencia de pandillas sureñas de EE.UU.

3. Artistas Asesinos (AA o Doble A)

• Afiliación: Cártel de Sinaloa

• Origen: Escisión violenta de Barrio Azteca a principios de los 2000

• Actividades: Sicariato, extorsión, narcomenudeo, secuestros

• Características: Estética urbana, propaganda visual, alta exposición mediática

• Con una identidad más callejera y artística —pero igual de letal— los “Artistas” han sabido construir una narrativa visual que mezcla arte callejero, grafiti violento y redes sociales como medio de intimidación y propaganda.

Su presencia en colonias como Felipe Ángeles y Riberas del Bravo ha generado múltiples enfrentamientos por el control del narcomenudeo.Identificadores: letras “AA”, máscaras, pinceles con sangre, fechas de asesinatos, nombres de colonias. Usan grafitis para marcar territorio o amenazar rivales.

4. La Línea

• Afiliación: Cártel de Juárez

• Origen: Ex-policías y ex-militares reclutados para operaciones de choque

• Actividades: Emboscadas, control territorial, tráfico transfronterizo, asesinatos de alto impacto

• Perfil: Grupo paramilitar con estructura vertical y armamento sofisticado

Más que una pandilla, La Línea funciona como brazo armado directo del Cártel de Juárez. Su estructura cerrada, su entrenamiento táctico y su capacidad de fuego la distinguen del resto.

Es responsable de ataques coordinados contra rivales, fuerzas de seguridad e incluso civiles, como ocurrió en la masacre de Villas de Salvárcar (2010) y en el atentado con coche bomba de 2010.

Identificadores: por su perfil militarizado, evitan tatuajes visibles.

Operan con sigilo y logística de alto nivel.Una ciudad sitiada por la delincuencia híbrida

Aunque estas agrupaciones tienen distintos orígenes, todas han sabido adaptarse al entorno urbano y aprovechar la vulnerabilidad social de Juárez: marginación, desempleo, deserción escolar y familias desintegradas.

De acuerdo con cifras del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública, más del 40% de los reclutas son adolescentes, muchos de ellos atrapados en un ciclo de violencia que comienza con trabajos como “halcones” y termina con ejecuciones.

Datos clave sobre su operación:

• Número de pandillas en Juárez: entre 400 y 900, muchas de ellas células satélite de las principales

• Ingreso estimado por narcomenudeo: decenas de millones de pesos mensuales

• Colonias más afectadas: Riberas del Bravo, Anapra, Felipe Ángeles, Parajes del Sur, Fray García

• Sistema interno de castigos: castigos físicos, golpizas, mutilaciones e incluso ejecuciones por traición

• Uso de mujeres: como transportistas, señuelos, halconas o incluso sicarias

• Infiltración institucional: múltiples casos documentados de colusión con cuerpos policiacos, especialmente municipales

• Control desde penales: líderes operan desde el CERESO 3 y otros centros penitenciarios, dirigiendo crímenes desde adentro

Juárez: laboratorio de guerra urbana

La transformación de las pandillas de Ciudad Juárez en ejércitos urbanos del narcotráfico representa uno de los desafíos más complejos para la seguridad pública en México. Ya no se trata solo de combatir delitos comunes, sino de enfrentar estructuras criminales profundamente insertadas en el tejido social, con redes transnacionales, estrategias de guerra y una capacidad de regeneración asombrosa.

A pesar de los esfuerzos de las fuerzas federales y estatales, la violencia no ha cedido: en 2024, Ciudad Juárez cerró con más de 1,000 homicidios dolosos, muchos de ellos relacionados con la disputa entre pandillas.

Las cifras no son solo números: son el retrato de una juventud atrapada, de colonias silenciadas por el miedo y de una ciudad que vive al borde del conflicto armado.

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