H. Cd. de Chihuahua.- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, elevó la tensión en Medio Oriente al exigir este martes la “rendición incondicional” de Irán y advertir que la paciencia de Washington “se está agotando”. Si bien aclaró que no tiene intenciones inmediatas de “acabar” con el líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jamenei, sus declaraciones han generado alarma en la comunidad internacional, en medio de una escalada militar sin precedentes entre Irán e Israel.
Paralelamente, el ministro de Defensa israelí, Israel Katz, lanzó una advertencia directa al régimen iraní: “Jamenei podría terminar como Sadam Husein”. El comentario se dio en medio de informes sobre explosiones en Teherán e Isfahan, mientras las Fuerzas de Defensa de Israel afirmaban haber atacado 12 instalaciones iraníes tras nuevos lanzamientos de misiles contra territorio israelí. Las sirenas antiaéreas volvieron a sonar en Tel Aviv, agravando el temor de un conflicto regional a gran escala.
La retórica de Trump ha oscilado entre las amenazas y los llamados diplomáticos, generando confusión sobre su verdadera estrategia. A través de su red social Truth Social, publicó mensajes contradictorios que incluían un escueto “¡RENDICIÓN INCONDICIONAL!”, mientras fuentes de la Casa Blanca confirmaban que el presidente mantuvo una reunión de emergencia de 90 minutos con su Consejo de Seguridad Nacional para evaluar la crisis.
Estados Unidos ha comenzado a reforzar su presencia militar en la región con el despliegue de más aviones de combate, en una operación calificada como “defensiva” por el Pentágono. Mientras tanto, Israel ha intensificado su ofensiva, reportando la muerte de altos mandos iraníes, incluido el jefe del Estado Mayor, Ali Shadmani. El vacío de poder en la cúpula militar iraní ha sido calificado por fuentes cercanas a Jamenei como “una brecha de seguridad sin precedentes desde 1979”.
A nivel interno, Irán ha implementado restricciones de comunicación a funcionarios clave y enfrenta ataques cibernéticos masivos, según la agencia Fars. La debilitada influencia regional del régimen iraní se evidencia en los recientes golpes a sus aliados, desde Hamás en Gaza hasta las milicias chiíes en Irak. La caída del presidente sirio Bashar al-Assad —otro socio estratégico de Teherán— añade presión al gobierno de Jamenei.
En el trasfondo del conflicto se encuentra el programa nuclear iraní. Israel sostiene que Irán está a punto de desarrollar un arma atómica, mientras Teherán insiste en su derecho al uso pacífico de la energía nuclear. La OIEA ha detectado daños en instalaciones subterráneas como Natanz, sin novedades en otras como Fordow. Tanto Trump como Netanyahu han dejado claro que el conflicto solo cesará si Irán renuncia a su enriquecimiento nuclear. Mientras tanto, las víctimas civiles aumentan: Irán reporta 224 muertos y cientos de evacuados, mientras Israel contabiliza 24 fallecidos.