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19 de julio 2025

Lluvias de junio benefician a más de 40 mil productores en la Sierra Tarahumara, pero la sequía persiste: Sader

H. Cd. de Chihuahua.- Las lluvias registradas en junio trajeron alivio a más de 40 mil productores en la Sierra Tarahumara, quienes cultivan cerca de 80 mil hectáreas de maíz y frijol de temporal, informó Benjamín Carrera Chávez, titular estatal de la oficina de representación de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader). Sin embargo, advirtió que la sequía debe considerarse una condición permanente en el estado y no un fenómeno temporal.

El funcionario federal explicó que municipios como Guachochi, Balleza y Guadalupe y Calvo registraron una captación pluvial significativamente mejor que la del año pasado, lo cual genera esperanza entre las comunidades agrícolas que dependen exclusivamente de las lluvias para sembrar. No obstante, recordó que en zonas como Jiménez, donde se utilizan pozos, las condiciones son diferentes, subrayando la disparidad entre regiones con y sin acceso a riego.

Carrera Chávez detalló que en Chihuahua existen 500 mil hectáreas de temporal sin acceso a riego, y que el año pasado cerca de 200 mil hectáreas resultaron afectadas por la sequía, especialmente en la Sierra, donde la producción se destina principalmente al autoconsumo. En este sentido, destacó que programas como Sembrando Vida y Producción para el Bienestar han sido cruciales para mitigar los efectos de la sequía en las comunidades más vulnerables.

El representante de Sader puntualizó que, aunque las lluvias han sido positivas, no garantizan una buena cosecha, ya que los cultivos requieren agua en etapas fenológicas específicas. Por ello, insistió en que se debe avanzar en obras de captación de agua, como pozos de absorción, para mejorar la recarga de los mantos acuíferos, que actualmente sólo se logra entre un 5 y 10 por ciento del total de lluvias.

Finalmente, Carrera Chávez reiteró que la sequía en Chihuahua no es un evento atípico, sino una realidad climática persistente que exige cambios profundos en las prácticas agrícolas, así como una mejor gestión del agua para asegurar la sostenibilidad del campo en los próximos años.

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