H. Cd. de Chihuahua.- El lobo mexicano (Canis lupus baileyi), una de las subespecies más amenazadas del continente, ha logrado sobrevivir a la extinción gracias a décadas de programas de conservación binacional. Sin embargo, su futuro vuelve a generar debate: ¿debe mantenerse bajo control en zonas protegidas o permitirle desplazarse libremente?
El caso de Asha, una loba mexicana recapturada varias veces tras salir de una reserva en el suroeste de Estados Unidos, ha reavivado la discusión sobre el manejo ético y biológico de esta especie. Mientras el Servicio de Pesca y Vida Silvestre (FWS) insiste en devolverla a zonas seguras para evitar su caza, algunos conservacionistas consideran que esta intervención excesiva limita su derecho a escoger su hábitat.

“Los lobos tienen la capacidad de elegir los lugares donde mejor pueden prosperar”, declaró Michelle Lute, directora ejecutiva de Wildlife for All. La bióloga advierte que mantenerlos confinados puede dificultar su adaptación y expansión natural.
El lobo mexicano es endémico de México y el sur de Estados Unidos. Su población fue severamente reducida a mediados del siglo XX debido a la caza y la pérdida de hábitat. Desde 1990, se han implementado programas de reproducción en cautiverio y reintroducción que han logrado incrementar su número, aunque sigue catalogado como especie en peligro de extinción.
En México, la protección del lobo está encabezada por la CONANP y la SEMARNAT, con acciones como monitoreo, reintroducción y nacimientos en zoológicos especializados. Tan solo en junio, nacieron cuatro nuevas crías en el Centro de Conservación de Vida Silvestre de San Juan de Aragón, sumando 194 ejemplares nacidos desde 1978.
El dilema actual refleja el reto de equilibrar la intervención humana con la libertad de las especies reintroducidas. Aunque aún no hay cambios legales o administrativos, el debate sobre Asha y el futuro del lobo mexicano sigue abierto entre científicos, ambientalistas y autoridades.