H. Cd. de Chihuahua.-En un mundo donde cada vez se diagnostican más casos de autismo, es natural que surjan preguntas sobre qué significa realmente esta condición. “El autismo es una neuro diversidad”, explicó Luisa Fernanda Escárcega Directora del Centro Disciplinario de Desarrollo Infantil, ‘Wiwi Kids’. “Es un tipo de cerebro que es totalmente sano, como cualquier otro, pero que procesa la información del entorno de forma distinta”.
El diagnóstico del autismo, añade, se realiza de forma clínica, es decir, no existen estudios de laboratorio que lo determinen con precisión. “Lo que sí hay son estudios que ayudan a descartar otras condiciones físicas que podrían confundirse con el autismo”, detalla. El proceso debe llevarse a cabo con el acompañamiento de neurólogos, terapeutas, psicólogos y especialistas en trastornos del neurodesarrollo.

Ser madre de una niña con autismo
Convertirse en madre o padre implica ya de por sí una serie de desafíos, pero cuando se suma una condición como el autismo, los retos aumentan considerablemente. “Ser madre de una niña con autismo no sólo implica una carga emocional, sino también una carga logística y económica”, relata esta madre, quien comparte su experiencia personal tras recibir el diagnóstico de su hija a los 1 año y 10 meses de edad.
Dado que en su ciudad las citas médicas eran escasas y muy espaciadas, se vio obligada a trasladarse a Monterrey para iniciar el proceso de diagnóstico y tratamiento. “Tuvimos que pagar consultas con un pediatra del neurodesarrollo, hacer estudios especializados y recibir un plan de trabajo. Al regresar a Chihuahua, ningún centro podía cubrir todas las terapias que requería mi hija, así que tuvimos que ir de lugar en lugar para armar algo parecido”, comenta.
El costo económico del tratamiento
El impacto económico fue inmediato y considerable. Durante el primer año y medio, los gastos mensuales oscilaron entre los 15 y 20 mil pesos. “Eso incluía traslados, terapias, mensualidades… Fue un año muy intenso”, recuerda. Hoy en día, los costos han disminuido un poco gracias a que ha logrado establecer su propio centro terapéutico, donde su hija recibe atención.
La necesidad de atender a su hija a tiempo completo también significó dejar de trabajar. “Mi hija tenía terapias de lunes a domingo. Yo no trabajaba. Mi esposo era quien sostenía la economía y mis papás me apoyaron muchísimo. Tenemos un negocio familiar y gracias a ellos pude dedicarme 100% a mi niña”.
¿Por qué compartir esta historia?
Su experiencia personal se convirtió en el motor de un proyecto para ayudar a otras familias. “La falta de centros integrales y el alto costo me motivaron a crear un espacio donde más niños pudieran recibir la atención que necesitan, sin que las familias pasaran por lo mismo que nosotros”.
Esta historia refleja la realidad de miles de familias en México, donde el diagnóstico y atención del autismo aún enfrenta muchas barreras, desde la falta de recursos hasta la escasez de especialistas. Pero también muestra la resiliencia, el amor y el compromiso que, a pesar de todo, sigue transformando vidas.