La noche del sábado marcó el final de una era: Black Sabbath, ícono fundador del heavy metal, ofreció su último concierto en su ciudad natal bajo el nombre “Back to the Beginning”, cerrando definitivamente su historia en el mismo lugar donde comenzó. El espectáculo también significó el retiro oficial de Ozzy Osbourne como solista, completando así un ciclo largamente esperado por millones de seguidores.
La velada reunió por primera vez en dos décadas a la alineación original: Ozzy Osbourne, Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward, interpretando clásicos como War Pigs, Iron Man, N.I.B. y Paranoid. Más que un concierto, el evento fue un tributo global al legado de Sabbath, con participaciones especiales y homenajes de bandas de todos los subgéneros del metal y rock, desde Metallica, Slayer y Pantera hasta Guns N’ Roses, Tool y Alice In Chains.
Uno de los momentos más emotivos fue la aparición de Ozzy, quien a pesar de su lucha contra el Parkinson, salió al escenario sentado en un trono con forma de murciélago. Acompañado por Zakk Wylde y Mike Inez, interpretó himnos de su carrera solista como Crazy Train, Mama I’m Coming Home y Mr. Crowley, con una potencia vocal que sorprendió a todos.
La noche también contó con la presencia de figuras del entretenimiento y la música. Jason Momoa se unió al moshpit durante Cowboys from Hell de Pantera, mientras que artistas como Lzzy Hale, de Halestorm, calificaron el concierto como “el momento más grande en la historia del heavy metal”.
Conectados a través de livestream, fanáticos de todo el mundo vivieron este adiós como una celebración al origen de todo un movimiento musical. Entre aplausos, lágrimas y riffs eternos, Black Sabbath bajó el telón en casa, donde todo comenzó, dejando una huella imborrable en la historia del rock.