El consumo de metanfetamina conocida también como “met, ice, glass, cristal, tiza o anfetas” tiene graves consecuencias. Desde la primera vez que se consume, en la persona se inicia un proceso de destrucción, pues provoca disminución del apetito, náuseas, falta de sueño, fiebre y alteración cardíaca.
Lo anterior, debido a que la sustancia tóxica se elabora con pastillas comunes y anfetaminas, mezcladas con químicos muy dañinos y corrosivos como el ácido para baterías, ácido muriático, limpiador de desagües, combustible para linternas, anticongelante, veneno para ratas y acetona.
Después de varios días de consumo, la persona sufre ataques de pánico, alucinaciones, se torna agresiva, además, se eleva el riesgo de sufrir convulsiones, así como de morir por una sobredosis.
Si sobrevive a la primera etapa, las consecuencias serán más graves aun, pues el cerebro se hace cada vez más pequeño, lo que conlleva a la falta de memoria, así como a desarrollar problemas en los órganos internos como riñones, pulmones e hígado, incrementando también la posibilidad de sufrir un infarto o derrame cerebral.
Su consumo“, ha escalado a niveles alarmantes en Chihuahua, esta droga sintética ha dejado una profunda huella de adicción, violencia y deterioro social en comunidades urbanas y rurales por igual.

Representa ya más del 60% de los casos de adicciones tratados en sus centros de atención en la entidad. Su bajo costo, facilidad de acceso y alto poder adictivo lo han convertido en una amenaza silenciosa que avanza sin tregua, especialmente entre adolescentes y jóvenes adultos.
El impacto del cristal va más allá de la salud individual. Los cuerpos policiacos reportan un vínculo creciente entre el consumo de esta droga y delitos como el robo a casa habitación, violencia doméstica y homicidios.
Además, autoridades sanitarias han alertado sobre el aumento de casos de trastornos psicóticos, cuadros de ansiedad extrema y comportamiento suicida, todos vinculados al uso prolongado de metanfetamina.
A pesar de algunos esfuerzos gubernamentales, como la apertura de módulos de atención en zonas de riesgo y campañas esporádicas en medios de comunicación, el fenómeno sigue creciendo.
Conclusión
La crisis del cristal en Chihuahua representa un desafío multidimensional que exige una respuesta urgente y sostenida. Cada día que pasa sin una estrategia integral es un día más en que se pierden vidas, se destruyen familias y se profundiza una emergencia que ya no puede ser ignorada.