Mientras Ciudad Juárez se tambalea entre la violencia, la crisis hĂdrica y los escándalos funerarios, un nuevo proyecto aparece en escena como salvador econĂłmico: el Centro de Convenciones. SĂ, otra vez. Esa vieja promesa que lleva más sexenios que presidentes. Esta semana, el ComitĂ© del Fideicomiso encargado del proyecto decidirá por fin el terreno donde se construirá. Y con eso, se espera que mágicamente arranque una obra de mil 500 millones de pesos que todavĂa no tiene ladrillos, ni fecha, ni certeza.
El entusiasmo es moderado, porque en Juárez somos expertos en primeras piedras que no llegan a segunda, en maquetas millonarias que jamás se convierten en realidades. Ojalá esta vez no termine como tantas otras obras “prioritarias” que solo sirven para tomarse la foto e inflar los presupuestos. Y si va a construirse, que sea útil, funcional, bien ubicado y no un elefante blanco en medio del desierto… o de las Anitas.
Y mientras aquĂ discutimos terrenos y rendimientos, la tragedia migrante sigue siendo el pan de cada dĂa en la frontera. La Ăşltima escena de horror fue protagonizada por los “polleros”, que abandonaron a una mujer migrante encima del muro fronterizo. No del lado mexicano, ni del lado estadounidense. Literalmente encima del muro. Como si fuera un paquete incĂłmodo, una carga estorbosa. No hubo rescate inmediato, no hubo compasiĂłn. Solo la brutal evidencia de que el tráfico de personas es un negocio tan impune como desalmado.
ÂżY quĂ© hizo la autoridad? Lo mismo de siempre: tomar nota. Quizá emitir un boletĂn. Tal vez prometer una investigaciĂłn. Nada que cambie el hecho de que, para los traficantes de personas, los migrantes no valen más que lo que se les cobra. Lo que sorprende es que aĂşn haya quien siga arriesgándolo todo por cruzar.
Polleros cobardes la abandonan dejándola a merced del sol, la sed y de la Border Patrol. Este no es un caso aislado: es el modus operandi de redes que ven a seres humanos como mercancĂa desechable. Lo indignante no es solo la crueldad de los traficantes, sino la indiferencia de un sistema migratorio que criminaliza a las vĂctimas y deja impunes a los victimarios.
Pero si cruzan, se toparán con otra realidad que no distingue nacionalidades: los apagones. Porque segĂşn la nota nacional, MĂ©xico podrĂa enfrentar cortes de energĂa cada vez más frecuentes debido a la baja inversiĂłn en el sector elĂ©ctrico. Las plantas no se mantienen, las redes colapsan y el consumo crece. ÂżLa soluciĂłn? Aparentemente ninguna, porque la inversiĂłn pĂşblica en energĂa está en niveles Ănfimos y el sector privado no tiene claro si lo van a dejar invertir o lo van a expropiar.
El gobierno federal gasta millones en refinerĂas inĂştiles, mientras el sistema elĂ©ctrico nacional colapsa por negligencia planificada. Pronto, hogares y negocios sufrirán cortes recurrentes, pero eso sĂ: las fotos de la refinerĂa Dos Bocas seguirán brillando en los informes oficiales.
EpĂlogo: El paĂs del “despuĂ©s lo arreglamos”
Mientras invierten en proyectos suntuosos, abandonan migrantes como basura y dejan que la luz se apague, México se consolida como el reino de las prioridades invertidas. ¿Cuánto más aguantará la gente antes de exigir que lo urgente deje de postergarse por lo prescindible?
AsĂ que ya sabe, prepárese para vivir con calor, sin luz, con inflaciĂłn, sin seguridad… pero eso sĂ, con centro de convenciones en puerta. O al menos en maqueta. Porque en MĂ©xico, el futuro siempre está por construirse, pero nunca se habita.


