Ciudad Juárez se mueve al ritmo de los parquímetros, los rezos y las retroexcavadoras. Esta semana, los protagonistas del drama urbano son tres: el Ayuntamiento con su obsesión recaudatoria, la Diócesis con una apuesta valiente al diálogo ambiental, y el Gobierno Estatal con el arranque de una obra que, aunque prometedora, amenaza con volvernos locos (más).
Empecemos con el cobro por estacionarse, esa noble tradición juarense que mezcla lo peor del primer mundo (tecnología) con lo más sospechoso del tercero (fines opacos). Más de 200 multas diarias por no pagar parquímetro. ¿La ciudad está recaudando más? Sí. ¿La gente está contenta? No. ¿Hay transparencia en el uso de ese dinero? Ja.
En una ciudad donde a veces no hay banquetas, los señalamientos están mal puestos y los parquímetros parecen diseñados por ingenieros con sed de venganza, la pregunta no es por qué no paga la gente, sino: ¿quién puede pagar sin perder la paciencia o media hora? Pero eso sí, los agentes están listos, el sistema automático funciona y las multas caen como bendiciones. Al menos en algo la ciudad es eficiente aunque los juarenses están hasta la madre de pagar por estacionarse en calles que parecen campos de batalla. .
Y hablando de bendiciones, la Diócesis de Juárez ha sorprendido con una iniciativa que merece toda la atención: un taller para abordar la crisis socioambiental desde una visión de fe y responsabilidad comunitaria. En tiempos donde la contaminación, el calor y la escasez de agua ya no son pronósticos, sino realidades diarias, este tipo de encuentros son más urgentes que nunca.
Que la Iglesia, una de las instituciones más tradicionales, se siente a hablar de medio ambiente con científicos, activistas y creyentes, no es menor. Es un llamado a reflexionar sobre cómo la crisis climática también es una crisis moral, y cómo el cambio no llegará si seguimos dejando todo en manos de “las autoridades”. Aquí lo interesante será saber ¿cuántos talleres organizados por la diócesis se necesitan para que las autoridades entiendan que Juárez se asfixia en basura, violencia y desigualdad?
Y hablando de autoridades, ayer la gobernadora Maru Campos dio el banderazo de arranque a la modernización de la avenida Las Torres. Una obra largamente esperada, que incluye pasos elevados, colectores y adecuaciones que prometen aliviar una de las arterias más colapsadas de la ciudad.
¿Será un alivio en el futuro? Sin duda. ¿Generará un caos vial temporal? También. Así que desde hoy se recomienda lo de siempre pero con más fuerza: paciencia, empatía, civilidad. Porque vamos a necesitar todo eso y más mientras lidian con los cierres parciales, las vueltas imposibles y los conductores con más prisa que cerebro. Eso sí, exijamos que la transparencia y la calidad no sean también víctimas del tráfico.
Epílogo: Entre el garrote y el diálogo
Multas que sangran bolsillos, talleres que buscan conciencia y obras que prometen progreso a costa de paciencia. Juárez es ese lugar donde el cambio duele antes de llegar, pero la verdadera pregunta es: ¿valdrá la pena el dolor esta vez?
Juárez se mueve, aunque a veces en círculos. Pero entre multas, talleres y maquinaria pesada, algo se está construyendo. El reto es que no solo se construya concreto, sino ciudadanía.