Es cuestión de días, o un par de semanas, para que conductores de plataformas inicien una serie de manifestaciones e incluso bloqueos dentro de la capital, y luego lo repliquen en otras ciudades y estados de la República. Esto, debido a que están viendo desplomarse sus ingresos por la famosa y “beneficiosa” reforma que implementó al inicio de su administración la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, donde —como en todas las historias “progres”— el proletariado es más sometido y el burgués más beneficiado.
Le explico: los grupos de conductores en la capital, que suman en estimaciones a 5 mil, andan que no los calienta ni el sol. La supuesta reforma no fue más que un engaño para recaudar más dinero de quienes trabajan y producen, con la promesa de que tendrían ahora servicio del Instituto Mexicano del Seguro Social. La mayoría no estuvo de acuerdo y aquí no se sometió a votación popular; por el contrario, fue de golpe y porrazo, a pesar de que se advirtió con tiempo el descontento y las repercusiones.
Son al menos 20 grupos de Didis, Ubers e Indrivers que representan unos 5 mil conductores, quienes mueven a decenas de miles de pasajeros diariamente. Ya dejaron de ser un lujo o gusto hace mucho; son una necesidad que ni el sector taxista ni el transporte público pueden cubrir ni echándole muchas ganas. Esa fuerza laboral sabe el peso que tiene y quiere demostrarlo con una mega concentración y la llamada Desconexión Digital.
El problema no es solo que paguen IMSS —que sí es un problema, por la saturación—, sino que, como en toda economía socialista mal planteada, el patrón terminó siendo el más beneficiado. Las plataformas, sean europeas o chinas, no aportan ni un solo peso: siguen exprimiendo los capitales internos sin asumir responsabilidad alguna. Mientras tanto, los conductores no solo pagan comisión por cada viaje, sino que ahora también se les retienen ganancias para pagar el IMSS. Sea como sea, no quieren intermediarios, ni “amigos” ni “voces” que busquen quedar bien con el Gobierno y usarlos como botín político. Exigen ser escuchados. De lo contrario, se viene la Desconexión Digital.
-+-+-+-+-+-+-+-+-
No se sabe si fue una idea tremenda o una tremenda idea, pero se espera una mega deserción de elementos de la Fiscalía General del Estado y de la Secretaría de Seguridad Pública Estatal del Instituto Estatal de Seguridad Pública (IESP). Esta escuela o universidad, durante años, ofreció licenciaturas, maestrías y doctorados a empleados de seguridad para su profesionalización. Fue modelo nacional por su flexibilidad de horarios y planes de estudio que permitían balancear familia, trabajo y riesgo.
Como balde de agua fría les cayó a los trabajadores el anuncio: tanto las carreras de licenciatura como de maestría —y posiblemente doctorado— deberán cambiar sus horarios y ahora se les pedirá asistir como si fueran a la Normal Superior del Estado. “Pa’ verse más nice”, pero esto, para muchos, significa renunciar a su profesionalización. Nos explican por qué.
Los turnos de empleados de la FGE y SSPE son mínimo de 10 a 12 horas, sin contar activaciones extra. De descansos por “ley” ni hablamos. Además, muchos son enviados fuera de la ciudad por días, semanas o incluso meses a lugares donde nadie quiere estar. Ahora, el IESP quiere que vayan 4 o 6 horas diarias, más traslados… etc. etc. Muchos ya anunciaron que se van a retirar.
Pero como en todo, lo que para algunos es pérdida, para otros es oportunidad. Ya hay universidades que se acercaron a los agentes —que son cientos— para ofrecerles planes, becas y capacitaciones accesibles, incluso en línea y desde donde se encuentren. Por un lado, existe el reclamo de no querer abandonar su capacitación. Por otro, que será casi imposible si cambian el plan de estudios.
-+-+-+-+-+-+-+-+-
Están llegando los tiempos de definiciones dentro del Gobierno del Estado. O se es Chaleco Azul o se es Chaleco Guinda. No hay más. Es raro, en una administración panista, ver estos balances. Por lo pronto, Rafa Loera, secretario de Desarrollo Humano y Bien Común, debajo y encima de la mesa mandó señales: ¿de qué color se van a pintar el resto de los secretarios, coordinadores, subsecretarios y directores del Gabinete? Esto, luego de que a él mismo lo quisieron hacer leña del árbol caído.
La Gata Mora se fue a comer unos burritos de corbata con salsa en bote de coca-cola y le preguntó sin rodeos al secretario: “¿Es chaleco guinda?” Él solo respondió: “Pues yo fui el creador de los Chalecos Azules”. Dos mordidas al burraco y de regreso al trabajo. Pero el mensaje fue claro: hay fuego amigo en el Gabinete. Los más susceptibles de volverse “guindas” son quienes no se han definido dentro de la estructura estatal… y en las municipales presidenciales.
Para muchos, no se trata solo de colores. Se trata de lealtad a quien —para bien o mal— les dio la oportunidad de servir. Algunos lo aprovecharon para servir, otros para hacer política y negocio, otros solo política (en el mejor de los casos), y otros solo negocios. Pero los tiempos se acercan y, en cualquier momento, no se sorprenda si ve a más de uno quitándose el chaleco azul para ponerse el guinda.
La política es deporte de alto riesgo. Todo puede cambiar con un mal saludo, una ceja levantada o una expresión fuera de lugar. Pero estar a punto de una elección de Estado, con un gobierno panista… y andar averiguando quién se va con los guindas, parece irreal.