¡Ya estamos hartos!
Vivimos en una época en la que las prioridades se han desordenado de forma tan absurda, que el mundo parece un mal chiste. Un perro callejero herido despierta más compasión que un niño hambriento. Un gato enjaulado mueve más conciencias que una mujer golpeada. Un video de un cachorro abandonado genera más indignación en redes sociales que una noticia sobre refugiados que mueren cruzando fronteras.
¡Ya estamos hartos!
No se trata de estar en contra de la protección animal —faltaba más. Se trata de señalar la ironía brutal de una sociedad que ha convertido a los animales en símbolo de empatía, mientras ignora al ser humano que sufre al lado. ¿En qué momento decidimos que un perro merece más respeto que un anciano abandonado en un hospital? ¿Cuándo empezamos a donar más a refugios caninos que a comedores sociales?
¡Ya estamos hartos!
No podemos seguir normalizando este orden de prioridades distorsionado. No podemos seguir aplaudiendo al que rescata perros mientras ignora al vecino que no tiene qué comer. No podemos seguir permitiendo que la empatía se vuelva selectiva, cómoda, viralizable.
¡Ya estamos hartos!
