Hoy toca hablar de esos días extraños, esos en los que las estrellas parecen alinearse, aunque sea un poco, para dar la ilusión de que las cosas podrían mejorar. Hoy, las noticias pintan un panorama que, milagrosamente, huele a esfuerzo conjunto y voluntad de cambio. La gobernadora se sienta con el zar de la seguridad, un filtro en Samalayuca promete apretar el cerco al crimen, y nuevas patrullas llegan para reforzar las calles. ¿Será que, por fin, la frontera empieza a alinear las estrellas? Vamos a verlo con ojos esperanzados, porque hoy, Juárez simplemente se merece eso, ya empezar a respirar en paz.
Primero, una reunión que podría ser el primer paso hacia un Chihuahua más seguro. La gobernadora Maru Campos, con la determinación de quien sabe que no hay tiempo que perder, se sentó con Omar García Harfuch, el titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, para trazar estrategias que blinden el estado.
No es un encuentro cualquiera: es una señal de que los gobiernos estatal y federal están, al menos en teoría, remando en la misma dirección. Hablaron de coordinación, de inteligencia operativa y de fortalecer las instituciones para que los cárteles no sigan paseándose como en su casa. En una región donde la violencia ha sido un huésped indeseado, esta reunión es un rayo de luz, una promesa de que la seguridad no será solo un discurso de campaña, sino una prioridad compartida. Si Campos y Harfuch logran convertir esas palabras en acciones, Juárez podría empezar a respirar un poco más tranquila.
Mientras tanto, en las afueras de la ciudad, el filtro Centinela de la SSPE en Samalayuca está casi listo para entrar en acción. Este puesto de control, con su tecnología de punta: reconocimiento facial, lectura de placas, wifi, Bluetooth, cámaras inteligentes y su promesa de revisiones exhaustivas, es como un guardia de acero que dice “hasta aquí”.
La Secretaría de Seguridad Pública Estatal asegura que estará operativo en semanas, y eso es música para los oídos de una ciudad cansada de ser corredor del crimen. se punto de control, que promete ser un muro contra el crimen organizado en la entrada a Juárez, podría cambiar las reglas del juego si funciona como debe. No es la solución mágica —nada lo es—, pero es un avance tangible en una ciudad donde las promesas de seguridad suelen quedarse en eso, en promesas.
El reto, claro, será mantenerlo operando más allá del primer mes, porque en México lo difícil no es inaugurar proyectos, sino sostenerlos.
Y para rematar, la Secretaría de Seguridad Pública Municipal (SSPM) y Seguridad Vial reciben un refuerzo que no pasa desapercibido: 52 nuevas unidades, relucientes y listas para patrullar las calles de Juárez. Camionetas, patrullas y vehículos especializados que no solo suman fuerza, sino que envían un mensaje: la ciudad está invirtiendo en su seguridad.
Estas unidades, con su tecnología moderna, no son solo metal y llantas; son la posibilidad de una respuesta más rápida, de una presencia más visible en colonias donde el miedo ha reinado demasiado tiempo.
Es fácil ser escéptico —¿cuántas veces hemos visto llegar unidades nuevas que al mes ya están varadas por falta de mantenimiento? —, pero hoy toca dar el beneficio de la duda.