En la frontera que nunca duerme, Ciudad Juárez nos regala un nuevo capítulo de su tragicomedia diaria, donde las calles son un campo de batalla, los empresarios claman justicia y las autoridades cierran bares como si eso resolviera algo. Todo con un optimismo que, en esta ciudad, es tan escaso como un semáforo que funcione.
Primero, las ruteras, esas bestias del asfalto que en Juárez no solo transportan pasajeros, sino también caos. En lo que va de 2025, los accidentes causados por estas unidades han subido como la espuma, según reportes de Seguridad Vial. Conductores que manejan como si estuvieran en una carrera de Rápido y Furioso, paradas en doble fila que colapsan avenidas y un descaro que hace que los demás vehiculos parezcan adornos navideños.
Pero, ¡tranquilos! Las autoridades prometen más operativos y multas para los choferes imprudentes. Qué alivio saber que el problema, que lleva años en las calles, ahora será resuelto con la misma eficiencia que tapa los baches o frena los homicidios, antes no se les ocurrió ponerles un engomado también.
Por lo pronto, los juarenses seguimos esquivando ruteras como si fuera un videojuego, rezando para llegar vivos al trabajo. ¿Y los filtros de inspección para estas unidades? ¿O un plan real para modernizar el transporte? Eso, al parecer, está en la lista de pendientes, justo después de la próxima campaña electoral.
Mientras las ruteras convierten las calles en un rally, los gasolineros de México alzan la voz contra un enemigo más sigiloso: la extorsión disfrazada de regulación. La agrupación Gasolineros Unidos por México denuncia que, desde el sexenio de López Obrador, la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA) y la Comisión Nacional de Energía (CNE) los tienen en la mira con multas excesivas y requisitos imposibles.
Como si eso no bastara, la Fiscalía General de la República (FGR) se suma a la fiesta, acosando a empresarios con supuestas investigaciones por “huachicol” que parecen más un pretexto para sacar cuotas. ¿La solución? Pedirle a la presidenta Sheinbaum un “diálogo directo” para simplificar trámites y fortalecer a Pemex, que, por cierto, no puede ni surtir gasolina sin retrasos.
En Juárez, donde el combustible es tan vital como el agua, esta noticia es un recordatorio de que el gobierno prefiere apretar a los que trabajan que a los que delinquen. Pero, oigan, al menos los gasolineros tienen esperanza: si logran sobrevivir a la burocracia, tal vez puedan pagar las multas del engomado ecológico.
Y para cerrar con broche de oro, Gobernación se lució clausurando 15 bares y salones de fiestas aquí en la ciudad donde reina el caos y existe al menos una decena de antros que cierran hasta las 6 de la mañana, pero a esos nadie los toca.
En fin ¡Qué golpe al crimen organizado! Porque, claro, nada dice “seguridad” como cerrar el antro de la esquina mientras los cárteles siguen operando a plena luz del día. Los negocios, que según las autoridades no cumplían con permisos o normas de seguridad, fueron sellados con la precisión de quien tapa un bache en temporada de lluvias.
Pero, un momento, ¿dónde están los operativos contra las redes de trata que convierten a Juárez en el epicentro de la explotación? ¿O contra los laboratorios de metanfetamina que el Ejército encuentra cada semana? Esos, al parecer, son menos urgentes que un bar sin extintores. Además la C19 de Pinoccelli la cierran cada semana, ¿no será que encontraron la forma de sacar dinerito sin resolver verdaderamente el problema?
La ciudadanía aplaude el esfuerzo –porque algo es algo–, pero no puede evitar preguntarse: ¿cuándo veremos operativos que ataquen el raíz del problema y no solo las ramas? Porque en Juárez, cerrar bares es como poner una curita en una herida de bala.
En esta ciudad, las ruteras chocan, los gasolineros pagan extorsión y los bares cierran, pero el verdadero cambio sigue siendo un espejismo. Hoy, sin embargo, vemos un destello de esperanza: los operativos existen, las denuncias se alzan y la voluntad de mejorar parece estar ahí. Que no se quede en titulares, que las multas a las ruteras traigan orden, que los gasolineros encuentren justicia y que las clausuras sean el primer paso hacia una ciudad más segura. Juárez, por hoy, te miramos con optimismo, pero no nos hagas esperar demasiado.