H. Cd de Chihuahua.- La nueva versión de Frankenstein dirigida por Guillermo del Toro es uno de los proyectos más ambiciosos de Netflix, con un presupuesto cercano a los 120 millones de dólares. Sin embargo, más allá del despliegue técnico y el prestigio del elenco, el director mexicano subraya un aspecto esencial: la película fue realizada completamente de forma artesanal, sin recurrir a efectos digitales ni inteligencia artificial (IA).
Durante el rodaje en Toronto y Escocia, el equipo construyó sets físicos en 360 grados —desde el laboratorio donde Victor Frankenstein da vida a la criatura, hasta el barco en el Ártico donde se libra el clímax de la historia—, con el propósito de sumergir tanto al elenco como al espectador en un entorno tangible.
“Quiero sets reales. No quiero digital. No quiero IA. No quiero simulación. Quiero artesanía de la vieja escuela. Quiero gente pintando, construyendo, martillando, enyesando”, declaró Del Toro en entrevista con Variety.
“Cuando haces una película como esta, tiras el tiempo a la basura. Dejé de tener un reloj, y sólo esperaba a que llegara la camioneta. Ya no pensaba en desayuno, comida o cena, ni en mañana, tarde o noche. Era sólo un tiempo”, recordó Elordi.
El enfoque artesanal de Frankenstein es parte de una postura más amplia de Guillermo del Toro frente al uso de la inteligencia artificial en el arte. El cineasta ha sido tajante al respecto:
“La IA ha demostrado que puede hacer salvapantallas medianamente atractivos; eso es todo. El valor del arte no está en cuánto cuesta ni en lo poco que requiere, sino en cuánto arriesgarías por estar en su presencia”.
Con esta visión, Del Toro reafirma su compromiso con la creación artística hecha a mano, impulsada por la pasión humana y no por algoritmos. Su Frankenstein no busca ser solo un espectáculo visual, sino una declaración sobre lo que el cine aún puede ser cuando se prioriza lo humano sobre lo artificial.