El inicio del ciclo escolar siempre viene cargado de emociones. Para algunos niños significa la ilusión de reencontrarse con amigos; para otros, la ansiedad de enfrentarse a lo desconocido. Como padres, educadores o cuidadores, tenemos una tarea fundamental: acompañar este proceso con equilibrio. Y para lograrlo, conviene detenernos a pensar en lo que sí ayuda y lo que definitivamente no aporta en esta etapa.
✅ Lo que sí
Escuchar sin juzgar. Cuando tu hijo expresa miedo o cansancio, lo que más necesita no es una solución inmediata, sino un oído que valide su sentir.
Establecer rutinas claras. El orden trae calma. Una hora fija para dormir, para comer y para repasar lo aprendido puede marcar la diferencia en su rendimiento.
Celebrar los pequeños logros. No todo es la boleta. El simple hecho de que tu hijo intente, participe o se esfuerce merece reconocimiento.
Ser ejemplo. Si como adulto muestras paciencia, responsabilidad y constancia, tu hijo aprenderá más de tu forma de actuar que de cualquier sermón.
❌ Lo que no
Comparar con otros. Cada niño tiene su ritmo y estilo de aprendizaje; ponerlo frente al espejo ajeno solo genera frustración.
Minimizar sus emociones. Frases como “no es para tanto” o “deja de exagerar” solo enseñan a reprimir lo que siente.
Saturar con actividades. El exceso de clases extraescolares puede apagar el entusiasmo en lugar de fortalecerlo.
Convertir las calificaciones en la única medida de valor. La inteligencia académica es solo una de muchas formas de talento.
El regreso a clases es una oportunidad para sembrar confianza, autonomía y resiliencia. No se trata de exigir perfección, sino de recordar que educar es acompañar, no controlar.
Al final, lo que queda no son las tareas impecables ni los promedios altos, sino la certeza de que tus hijos tuvieron un adulto que creyó en ellos cuando más lo necesitaban.
“Educar no es llenar una mochila de tareas, sino acompañar un corazón en crecimiento.” – @eder.psicologo