Una escena poco común se vivió la madrugada de este martes en el aeropuerto de la ciudad, cuando una pasajera que había llegado en el último vuelo del día se encontró prácticamente sola al salir de las instalaciones, sin transporte disponible y con la incertidumbre de cómo llegaría a casa.
Relata que al intentar pedir un viaje por aplicación, su celular se apagó en el momento en que un conductor había aceptado el servicio.
Desconcertada y sin saber si el viaje había quedado confirmado o cancelado, permaneció más de una hora afuera de la terminal, que ya se encontraba cerrada y sin personal a la vista.
En medio de la soledad y la oscuridad, la joven notó que a lo lejos un automóvil hacía cambios de luces insistentemente. Dudó en acercarse, pensando que era poco probable que el conductor hubiera esperado tanto tiempo. Sin embargo, decidió arriesgarse y caminar hacia el vehículo. Para su sorpresa, al llegar, escuchó al chofer preguntar: “¿Melissa?”.
El hombre, identificado como Edgardo, explicó que había decidido no cancelar el viaje al ver que ya no había más pasajeros en el lugar. “Pensé en qué iba a hacer si me iba y por eso preferí esperar a que me viera”, contó. Gracias a esa decisión, la pasajera pudo abordar y llegar con seguridad a su destino.
Este gesto sencillo, pero profundamente humano, conmovió a la pasajera, quien compartió la experiencia como muestra de que aún existen personas dispuestas a ayudar desinteresadamente.
“Gracias a su nobleza pude llegar con bien a casa. Me hizo creer que todavía quedan personas buenas en el mundo”, expresó.
La historia de Edgardo no solo refleja un acto de empatía, sino también la importancia de reconocer a quienes, desde un trabajo cotidiano, pueden marcar una gran diferencia en la vida de los demás.