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Heroica ciudad de Chihuahua, Chih. México
11 de octubre 2025

El respeto a la autoridad

¡Ya estamos hartos!

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Vivimos tiempos donde la figura de autoridad parece haberse convertido en un enemigo público. Cada día, maestros, directores, médicos, policías y otros referentes sociales enfrentan desconfianza, desprecio y desafío por parte de la sociedad.

¡Ya estamos hartos!

Hartos de ver cómo algunos padres se presentan en las escuelas no para apoyar la formación de sus hijos, sino para cuestionar, insultar o incluso agredir a los docentes. Hartos de ver cómo los niños aprenden que no deben obedecer a quien enseña, sino que deben desconfiar, enfrentarse y burlarse. Hartos de que se enseñe, desde casa, que la autoridad es sinónimo de abuso, cuando en realidad, bien ejercida, es guía, estructura, y formación .

¡Ya estamos hartos!

Los adultos —padres, madres, tutores— olvidan que el respeto no se hereda: se modela. ¿Qué puede aprender un niño si en su casa escucha que la maestra “no sabe nada”, que “el director no manda sobre mi hijo” o que “nadie tiene derecho a decirle qué hacer”? Lo que aprende es simple: que puede desobedecer sin consecuencias. Que puede desafiar sin límites. Que su voz vale más que la de cualquiera, incluso cuando no tiene los argumentos, ni la madurez, ni la experiencia.

¡Ya estamos hartos!

Recuperemos el valor de la autoridad legítima, la que enseña, la que guía, la que cuida. Sin ella, no hay educación posible. Sin respeto, no hay diálogo y sin límites, no hay convivencia.

Si no empezamos a sanar esta ruptura entre autoridad y ciudadanía, entre padres y escuelas, entre normas y libertad, nuestros hijos pagarán el precio. Y ya lo están haciendo.

Es momento de madurar como sociedad y de recordar que el respeto no se exige: se enseña.

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¡Ya estamos hartos!

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