¡Ya estamos hartos!
La historia de ARAS, es la historia de una ambición mal encaminada y de una “falsa inocencia” que rozó lo ciego.
El Fiscal de la Zona Centro, Heliodoro Araiza Reyes, reconoce ahora lo evidente: que la reparación del daño a las víctimas será parcial, lenta y plagada de obstáculos. Los bienes asegurados no alcanzan, los procesos judiciales se empantanan, y lo que se recupere se repartirá proporcionalmente, como si eso pudiera resarcir las pérdidas.
¡Ya estamos hartos!
La indignación es legítima, pero también debe ir acompañada de reflexión. Porque no aprendimos de este caso, vinieron otros ARAS, con otros nombres, otros rostros, las mismas promesas vacías y volvimos a caer, como tantas veces.
Mientras tanto, los responsables de este tipo de fraudes siguen sin pagar el daño causado.
Ya basta. La justicia debe llegar, pero también la conciencia. Porque no podemos permitir que se repita. Porque no podemos seguir creyendo en el dinero fácil. Y sobre todo porque, la dignidad de una sociedad no se compra ni se promete con rendimientos mágicos. Se construye con memoria, con verdad y con justicia.
¡Ya estamos hartos!