En Ciudad Juárez, esa frontera donde los fines de semana deberĂan ser un respiro de la rutina y terminan siendo un recordatorio de lo frágil que es la celebraciĂłn. Entre festejos, carreras, conciertos y fuegos artificiales, la ciudad volviĂł a mostrarnos que lo que se hace sin planeaciĂłn —o con exceso de entusiasmo— termina dejando más humo que aplausos.
Eventos públicos que arrancan con fanfarria y terminan en humo y sangre: un árbol carbonizado por cohetes en la inauguración del Wine Fest, y una muerte brutal en el Biker Fest que nos obliga a mirar de frente la bestia de la inseguridad.
Porque en esta ciudad, donde las fiestas se disfrazan de progreso pero esconden riesgos que nadie anticipa, hasta los protectores del Chamizal –esos guardianes ecolĂłgicos que vetaron el Grito por unas ardillas– se quedaron mudos ante el fuego pirotĂ©cnico que devorĂł un roble centenario en pleno festĂn vitivinĂcola. ÂżDĂłnde estaban las pancartas y los gritos de “no al daño ambiental” cuando los fuegos artificiales iluminaron el Chamizal como un infierno navideño? Ah, claro: ese cambio de lugar para el Grito, que mudĂł la fiesta a las AmĂ©ricas por “proteger el hábitat”, oliĂł a mero acto politiquero, posiblemente orquestado por el travieso Juan Carlos Loera de la Rosa, ese aspirante morenista que sabe que en Juárez, las causas verdes venden votos mejor que el vino.
QuĂ© conveniente selectividad: ardillas sĂ, árboles no; ecologĂa para la foto, pero pirotecnia para el show. Mientras el Wine Fest brindaba por etiquetas finas, un roble se convertĂa en cenizas, y nadie levantĂł la voz.
Y si el fuego pirotĂ©cnico fue un chispazo, el Biker Fest nos dio un puñetazo que no vimos venir: un hombre muerto a golpes en la Plaza de la Mexicanidad, agredido por un grupo que el propio alcalde calificarĂa de “incidente aislado”. El fallecido, que llegĂł en moto con el espĂritu de celebraciĂłn, terminĂł en el pavimento, vĂctima de una riña que escalĂł de palabras a puños en cuestiĂłn de minutos. Hace mucho no nos pasaba algo asĂ en un evento masivo, pero el mensaje es claro: la seguridad en estos saraos no es un lujo, es una necesidad que PĂ©rez CuĂ©llar deberĂa grabarse en la frente.
ÂżDĂłnde estaban las patrullas que presumiĂł en su informe, esas que “abarcan todo”? ÂżO el plan de contingencia que transforma una plaza pĂşblica en un ring improvisado?
En Juárez: un Biker Fest deberĂa ser un rugido de libertad sobre dos ruedas, no un eco de violencia que deja un cuerpo en el asfalto. QuĂ© lamentable: mientras el Wine Fest quema árboles y el alcalde mudaba Gritos por roedores, un fin de semana festivo termina en duelo, recordándonos que las medidas de seguridad no son opcionales; son el precio de no repetir errores. A trabajar, Crucito: porque si no puedes con un festival de motos, ÂżcĂłmo manejarás un estado completo?
Y hablando de visitas que dejan huella, Marco Bonilla, el alcalde de Chihuahua que no se cansa de rondar Juárez como un lobo en territorio ajeno, se apareciĂł en la carrera “Ya Quisieras Cancer” para “participar” y, de paso, ponerle una corretiza al actual inquilino del palacio, Cruz PĂ©rez CuĂ©llar. Bonilla, con su sonrisa de eterno candidato, corriĂł los 5K junto a cientos de juarenses, levantando la mano por la causa del cáncer de mama y, quiĂ©n sabe, quizás por la gubernatura de 2027.
Cada vez viene más seguido a esta ciudad –inauguraciones, eventos deportivos, asambleas sindicales–, y uno no puede evitar pensar: Âżestá haciendo proselitismo o solo saludando a sus fans? En un estado donde Maru Campos pide lealtad panista, Bonilla se mueve como un ajedrecista en tableros prestados, recordando sus dĂas de gloria en Chihuahua capital mientras PĂ©rez CuĂ©llar lidia con inundaciones y omisiones en informes.
Y para no cerrar en nota tan competitiva, un mensaje de condolencias profundo para la gobernadora Maru Campos, cuyo esposo, VĂctor Cruz Russek, nos dejĂł en los Ăşltimos minutos de un dĂa que ya era pesado. En un estado donde las noticias suelen ser de bardas y bloqueos, esta pĂ©rdida golpea como un trueno inesperado: VĂctor, ingeniero y compañero de vida, era el pilar silencioso detrás de una mujer que navega tormentas polĂticas con la tenacidad de quien sabe que la fortaleza se forja en privado.
Gobernadora, en este momento de duelo que congela el alma, Chihuahua entero se une a tu dolor, recordando que detrás de la gobernadora hay una familia que sufre como cualquiera. Que el tiempo, ese bálsamo lento, traiga consuelo a sus hijas y a ti, y que VĂctor, con su legado de discreciĂłn y apoyo, siga siendo la brĂşjula que te guĂe en los dĂas grises.
Juárez, te extiende la mano: en la pĂ©rdida, la frontera es familia, no solo vecina. Descansa en paz, VĂctor Cruz Russek.