Heroica ciudad de Chihuahua, Chih. México
10 de diciembre 2025

cruz bajo el agua… y el gobierno bajo tierra | ¡ACHis, ACHis los mariACHis! | LeBarón no se raja

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cruz bajo el agua… y el gobierno bajo tierra

Evaluar el impacto de un fenómeno natural siempre es complejo. Las lluvias arrasan sin preguntar, los ríos desbordan sin agenda, y el mar se impone sin ideología. Pero lo que no necesita evaluación técnica es la magnitud de la indiferencia oficial, el desastre real está en las calles anegadas, y no en los escritorios donde se decidió borrar el Fonden y, con él, toda capacidad de respuesta inmediata ante una emergencia nacional.

Hoy, Veracruz es el rostro más evidente de ese abandono. La presidenta pidió en la mañanera que no se mencionaran los municipios afectados, como si silenciar el nombre de las comunidades fuera a borrar su tragedia. Pero mientras se cuida la narrativa desde Palacio, miles de familias lo perdieron todo y siguen esperando algo más que discursos y promesas de visita.

Pero lo que duele más son las personas que perdieron la vida, aunque no los nombren. Duelen los que murieron esperando ayuda, los que no salieron a tiempo porque nadie les avisó, los que creyeron en un gobierno que prometió estar “cerca del pueblo” y terminó lejos, mudo y ausente.

Y cuando la gente es la que intenta hablar, reclamar o exigir ayuda, la callan. Porque incomoda la verdad. Porque molesta ver la desesperación del pueblo filtrarse entre las cámaras oficiales. Porque admitir el fracaso cuesta más que aceptar el desastre.

Y para colmo, la gobernadora Rocío Nahle decidió no renovar el seguro contra desastres naturales, dejando al estado literalmente sin red de protección. No fue un descuido, fue una negligencia deliberada disfrazada de austeridad. Hoy Veracruz paga el precio de la soberbia y la improvisación, con vidas y hogares que se hunden entre el lodo y agua.

Veracruz está bajo el agua, pero el gobierno está bajo tierra. Y entre el silencio impuesto, la desaparición del Fonden y la torpeza de quienes debieron proteger al pueblo, lo único que flota… es la irresponsabilidad.

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¡ACHis, ACHis los mariACHis!

¡ACHis, ACHis los mariACHis! ¿Pues cómo está eso de que cuando lo hacen los de enfrente es ilegal, pero cuando lo hago yo es “activismo ciudadano”? Resulta que en Chihuahua ya no se siembra maíz ni avena, se siembran bardas. Y mire usted qué cosecha tan bonita: “Alfredo Chávez, ¡a darle Chihuahua!”, con su eslogan bien acomodado y su dirección de casa de enlace que parece más oficina de campaña que punto de gestión.

Ya no bastaron las pintas por toda la ciudad, que hasta parecen señalizaciones de carretera: “Siga derecho dos bardas más y encontrará la solución a sus problemas”. No, ahora también hay volantes y gacetas circulando por las colonias, con el mismísimo rostro del legislador que dice que todo es “dentro de la ley”. ¡Pos sí, cómo no! Si hasta los logos del Congreso y del PAN salen de testigos.

Dicen que no es campaña anticipada, que es información pública… Pero casualmente toda esa “información pública” lleva su nombre, su sonrisa y su lema electoral. ¿Qué sigue? ¿Tamales con el logo del Grupo Parlamentario?

Aquí lo curioso no es que se muevan las piezas del ajedrez político rumbo al 2027, eso ya lo sabemos. Lo curioso es el doble discurso: cuando el de enfrente pinta una barda, “viola la ley electoral”; pero cuando la pinto yo, “fomento la cercanía con el pueblo”. Cuando los otros reparten folletos, “están desesperados”; pero cuando los reparto yo, “es rendición de cuentas”.

Así que sí, ACHis, ACHis los mariACHis, porque parece que la campaña no ha empezado, pero los instrumentos ya están afinados. Y mientras unos afinan el violín, otros se hacen los sordos.

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LeBarón no se raja

Otra vez, Julián LeBarón anda al frente, no escondido ni viendo los toros desde la barrera. Ahí está, entre Janos y Agua Prieta, junto con los productores y campesinos que ya están hasta la madre del abandono. Y no es por gusto ni por show, es porque el campo se muere y el gobierno nomás no aparece.

Mientras en la Ciudad de México siguen jugando con discursos y promesas vacías, acá la gente trabaja de sol a sol, viendo cómo los apoyos no llegan y los precios se van al cielo. Y LeBarón, como buen norteño, no se queda callado. Dice las cosas como son, sin miedo, sin pedir permiso y sin arrodillarse ante nadie.

Lo de LeBarón no es nuevo. Siempre ha tenido los pantalones para enfrentar al poder, sea del color que sea. Y hoy lo vuelve a hacer, echándole voz, corazón y coraje por todos los que ya están cansados de promesas rotas.

Así se habla en el norte, aunque a muchos no les guste, claro y directo. Y si al gobierno le incomoda que le digan sus verdades, pues que haga su trabajo. Porque mientras ellos se esconden detrás de su puesto, LeBarón sí da la cara, sí se ensucia las botas y da la pelea por el campo.

Aquí no hay medias tintas: el campo no aguanta más y los productores tampoco.
Y si hace falta que alguien los defienda, parece que hay LeBarón para rato.

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