🧢 Aunque el PAN se vista de nuevo logo… PAN se queda
En México tenemos dichos que son más sabios que cualquier consultor político. “Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”; “El hábito no hace al monje”; o ese otro tan certero, “No por mucho pintar, amanece más azul”.
Y es que con el relanzamiento del Partido Acción Nacional, la narrativa de fondo parece haber quedado atrapada entre brochazos de mercadotecnia y el espejismo de un nuevo logo que promete modernidad, pero carga con el mismo libreto de siempre.
El PAN anunció su “nueva etapa”, un “nuevo rostro”, un “nuevo camino”, pero lo cierto es que, más allá del cambio gráfico o del anuncio de no ir más en coalición, el país sigue esperando un cambio de fondo, no de forma. Porque si el problema fuera la tipografía o el tono de azul, hace tiempo que México sería un ejemplo de democracia funcional.
El verdadero reto del PAN no está en sus curvas rediseñadas, sino en su incapacidad de redibujar su identidad política ante una ciudadanía que ya no se compra los discursos de antes. La gente no pide ni un logo más limpio ni minimalista, pide instituciones más limpias. No busca que el azul sea más oscuro, sino que las decisiones sean más en la escala de claras.
Hablan de independencia, de recuperar su esencia, de volver a ser oposición firme, pero lo hacen con los mismos rostros, las mismas estrategias y los mismos silencios ante los temas incómodos. Cambian de envoltorio, pero no de contenido. Como quien perfuma la herida sin curarla.
El PAN parece no entender que, en política, la confianza no se imprime; se construye. Y que ningún rediseño puede tapar la falta de autocrítica ni el desgaste de un discurso que suena a billete de dos pesos.
Así que, aunque el PAN se vista de nuevo logo… PAN se queda.
Y mientras no cambien los principios de actuación y la cercanía real con la gente, lo demás seguirá siendo puro Photoshop político.
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¿Para qué avisarles?
Si Estados Unidos tiene pruebas sólidas contra políticos corruptos mexicanos, ¿para qué avisarles quitándoles la visa? Sería más efectivo dejarlos creer que todo sigue igual y atraparlos en cuanto pisen territorio gringo. Avisarles es como mandarles un recordatorio para esconder el dinero y borrar los mensajes.
La medida suena ejemplar, pero en realidad funciona más como advertencia diplomática que como acción de justicia. Se presume que es una sanción, pero termina siendo un favor, les da tiempo, margen y estrategia para seguir evadiendo la ley.
Si de verdad quieren combatir la corrupción, que actúen sin tanto reflector. Porque en este tipo de casos, la sorpresa es más efectiva que el comunicado.
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¿Y el PRI, para cuándo el cambio de logo?
Con tanto alboroto por el nuevo logo del PAN, muchos se preguntan, ¿Y el PRI, para cuándo?
Pero la respuesta más común no tarda en llegar, con una sonrisa cargada de ironía: “El PRI ya cambió de logo hace años, ahora se llama Morena.”
Y es que en el fondo, más que un rediseño, lo que cambió fue la caja. Muchos de los mismos personajes, los mismos vicios, las mismas prácticas y los mismos discursos se mudaron de color como camaleones en temporada electoral. El rojo, blanco y verde se transformó en guinda, pero el manual político sigue oliendo al viejo sistema.
Así que, antes de pensar en un nuevo logotipo, el PRI debería preguntarse cuántos de sus viejos militantes hoy presumen otro uniforme. Porque si de “renovarse” se trata, ya hubo quienes lo hicieron, nomás cruzando la calle al partido de enfrente.