Cuando el espejo no miente
Alejandro “Alito” Moreno volvió a hacer lo que mejor sabe, gritar para no escuchar su propio eco. Arremetió contra el PAN acusándolo de desleal, falaz e indecente, como si el PRI fuera ejemplo de lealtad, coherencia o decencia política.
Pero lo cierto es que lo que hoy se rompe entre ambos partidos no es una alianza electoral, sino la ilusión de una oposición con rumbo, lo que se quiebra es la máscara de conveniencia que por años disfrazó a dos fuerzas que ya no se reconocen ni entre sí, ni ante sus propios militantes.
“Alito” puede señalar al PAN todo lo que quiera, pero el PRI lleva décadas perfeccionando el arte de culpar a los demás (a quien les recuerda?). Habla de carácter y determinación, cuando lo que más ha tenido es cálculo y supervivencia. Y del otro lado, un PAN que se victimiza y coquetea con Movimiento Ciudadano, como si el oportunismo fuera una nueva ideología.
Hoy la oposición no llora, se desangra. Y mientras unos se acusan de indecentes, otros siguen aprovechando cada oportunidad que se les presenta para perpetuarse en el poder.
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Ya ni la friegan algunos desarrolladores
Ya ni la friegan. Hay constructoras que todavía creen que levantar casas con saliva y pintura barata es suficiente para llamarle “hogar” a un montón de paredes huecas. En el fraccionamiento Del Valle, en Aquiles Serdán, más de 150 familias están viviendo, literalmente, entre grietas, paredes que se desmoronan al clavar un clavo.
El consorcio Inmobiliario del Norte, antes conocido como 3 Estrellas, cambió de nombre, pero no de “mañas”. Prometen soluciones, pero solo entregan excusas. Los vecinos ya mandaron fotos, mensajes, audios y, lo único que reciben de vuelta es silencio. Ni agua potable bien instalada, ni refuerzos estructurales, ni garantías cumplidas.
¿Y las autoridades? Bien, gracias. Mientras tanto, familias enteras ponen en riesgo su seguridad porque a unos cuantos desarrolladores les ganó la avaricia y la impunidad.
Porque cuando una pared se cae, no se derrumba solo el yeso, se cae la confianza en quienes deberían construir con responsabilidad y no con descaro.
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Ay Noroña, Noroñita…
Ay, Noroña, Noroñita… Dice que solo tiene 22 mil pesos en el banco, y uno no sabe si reírse o abrirle un GoFundMe. Porque con un sueldo de 131 mil 847 pesos mensuales como senador, habría que preguntarle en qué sucursal del realismo mágico guarda su quincena y “sus otros negocios” que le dan para comprar una casa de 12 Millones.
Y todavía lo dice en conferencia de prensa, con la solemnidad de quien confiesa haber vendido su último riñón para pagar la renta. Pero no, lo dice mientras pide licencia para ir a Palestina, en primera clase, como si el mundo estuviera esperando que Gerardo Noroña llegara a poner orden internacional con su austeridad de bolsillo y su ego de tamaño continental.
Qué curioso que haya políticos pobres o pobres políticos, que no son lo mismo, solo cuando declaran frente a las cámaras. Porque entre viáticos, dietas, bonos y el eterno “yo no tengo nada, todo está a nombre de otro”, parece que la pobreza también se volvió discurso político.
