
Cuando el ego pesa más que la seguridad.
Parece que al alcalde de Juárez, Cruz Pérez Cuéllar, le gusta más lanzar frases ingeniosas que construir soluciones, porque si algo quedó claro tras su comentario sobre “las ruinas de Paquimé”, es que para algunos, el espectáculo político importa más que el bienestar de los juarenses.
Gilberto Loya, secretario de Seguridad Pública Estatal, fue puntual y certero, en seguridad, lo que no suma, resta, y en este caso, Pérez Cuéllar restó. No al gobierno del estado sino a su propia gente, a los ciudadanos que todos los días viven con miedo y que lo que menos necesitan es una guerra de declaraciones entre quienes deberían estar trabajando hombro con hombro.
La Torre Centinela puede tener críticas, como todo proyecto de gran escala, pero rechazar, sin siquiera conocer sus avances es negarse al diálogo, es dar la espalda al esfuerzo conjunto por mejorar la seguridad. Si el alcalde de Juárez prefiere las ruinas, quizá sea porque ahí se siente más cómodo, entre los restos de lo que pudo ser una buena relación institucional, entre los escombros del respeto político, y entre los ladrillos rotos del compromiso con su propia ciudad.
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El Secretario de Gobierno también le dio otro raspón
Continuando con el tema, el que también se le fue duro a Cruz Pérez Cuéllar fue el secretario general de Gobierno, Santiago De la Peña, y con toda razón, porque mientras el alcalde sigue viendo fantasmas políticos hasta en las torres de seguridad, De la Peña le recordó algo que parece habérsele olvidado, la seguridad no es un juguete electoral.
El funcionario estatal no sólo puso el dedo en la llaga, sino que lo giró un poquito para que doliera. Dijo lo que muchos piensan y pocos se atreven a decir, que el pleito de Cruz con Gil Loya no tiene que ver con la seguridad, sino con los celos políticos. Que cuando los reflectores no apuntan a él, refiriéndose a Cruz, prefiere apagar la luz.
Si algo dejó claro Santiago De la Peña, es que Chihuahua necesita coordinación, no politiquería. Y que mientras unos construyen torres para vigilar, otros siguen cavando trincheras para pelear.
Al final, lo único que quedó en ruinas no fue la Torre Centinela…
sino la prudencia política del alcalde de Juárez.
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Las ganas no alcanzan
Se les nota el entusiasmo, pero también la distancia. Claudio X. González volvió a levantar la bandera del frente ciudadano y a convocar empresarios, partidos y voluntades para frenar a Morena pero, su discurso suena más a nostalgia que a estrategia.
Porque una cosa es querer desplazar al movimiento guinda en 2030 y otra muy distinta es poder hacerlo. Morena no sólo tiene estructura, recursos y presencia; tiene también un voto duro que, guste o no, sigue creyendo y creciendo.
Mientras Claudio X. llama a salvar la democracia, millones siguen votando por quien sienten que los representa. El problema de la oposición no es falta de discursos, es falta de conexión con la gente. Y en eso, Morena les lleva años luz.
Así que sí, se les ven muchas ganas. Pero el 2030 no se gana con ganas, se gana con proyecto, con calle y con credibilidad.


