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Heroica ciudad de Chihuahua, Chih. México
14 de noviembre 2025

Desigualdad que sangra, maestros sin pan y casinos que lavan más que platos

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El activista Julián LeBarón sigue poniendo el dedo donde duele: hay desigualdad, hay violencia y hay un México que no termina de decidir si quiere sanar o simplemente sobrevivir. En sus propias palabras —entre hechos que muchos ya conocen, pero pocos enfrentan— afirma que el principal problema de nuestro país no es solo la criminalidad, sino la ruptura profunda entre el Estado y quienes deberían protegerlo. Esa brecha está cargada de miedo, resentimiento y pobreza. Y mientras no se cierre, el peligro no solo está en las calles: está en el alma del país.

En paralelo, aquí en la frontera surge otro signo de alarma: los maestros de la Normal Superior acumulan más de un mes sin salario. Si la filosofía japonesa dice que no hay nada peor en un país que maltrate a sus educadores, entonces México —y en particular Chihuahua— está fallando con estrépito. Los maestros son el cimiento de la sociedad, y cuando ese cimiento se resquebraja, la casa tiende a caer. No es un asunto administrativo: es un síntoma de abandono, de priorización equivocada, de garantías de derechos convertidas en promesas vacías.

Y mientras los activistas denuncian, los maestros exigen y la sociedad observa, llega el golpe internacional: los Estados Unidos sancionaron una red de casinos en México vinculada al lavado de dinero para el Cártel de Sinaloa. Un país que permite que el dinero de la droga fluya por sus negocios legales sin freno es un país que ha normalizado la impunidad. Casinos que operan sin control aparente, plataformas de juego que son fachadas y la complacencia financiera y regulatoria del propio Estado. ¿Y luego nos preguntamos por qué la violencia crece, por qué la corrupción se reproduce y por qué los jóvenes se sienten sin futuro?

Estas tres piezas —desigualdad y violencia, magisterio sin salario, casinos que blanquean dinero— forman un tablero común: el tejido social está siendo descosido. No basta con denunciar una cosa por separado. No basta con resolver un conflicto laboral o cerrar un casino. Se necesita una estrategia integral, un plan de Estado y no solo discursos de reacción.

Porque:

Cuando LeBarón habla de violencia y desigualdad él describe lo que muchos vivimos: la sensación de que no estamos siendo protegidos, de que no somos iguales ante la ley, de que algunas vidas cuentan más que otras.

Cuando los maestros no reciben su pago, el mensaje es claro: “no somos prioridad”.

Cuando los casinos blanquean miles de millones, el mensaje es aún más claro: “la ley se aplica para los débiles, no para quienes tienen dinero, conexiones o poder”.

El reto es mayúsculo. Pero también lo es la oportunidad. Si México decide, de una vez por todas, invertir en educación digna, garantizar justicia real y poner freno al dinero criminal que corroe la legalidad, entonces podrá arrancar el cambio.

La pregunta es: ¿tenemos voluntad?

Porque los hechos ya están ahí, el análisis también. Solo falta el valor de actuar.

Y mientras eso ocurre, las víctimas siguen esperando. Los maestros siguen esperando. La sociedad sigue esperando. Y los casinos siguen operando.

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