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Heroica ciudad de Chihuahua, Chih. México
19 de noviembre 2025

Cruzadas que cruzan mares, migrantes y canastas

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En esta frontera donde el Río Bravo no solo separa naciones, sino que parece un umbral entre el hambre y la esperanza, nos obliga a mirar de frente a un flujo humano que cruza océanos y desiertos para tocar el sueño americano, pero que en Juárez encuentra no solo garitas, sino trampas que devoran integridad y vidas.

La Border Patrol detectó un grupo de indocumentados transcontinentales –provenientes de Asia, África y Europa del Este– que llegaron en un tráiler sellado, ocultos entre cajas como si el viaje fuera un secreto que el Bravo guarda con crueldad. Inmigrantes de la India, Nepal, Georgia y Camerún, fueron rescatados en el sector de San Isidro, deshidratados y con signos de agotamiento que hablan de rutas que parten de puertos lejanos, cruzan el Pacífico en contenedores y serpentean México en camiones que prometen libertad, pero entregan asfixia.

La duda asalta nuestra razón: ¿Por qué vienen de tan lejos? Pues porque en sus tierras, la pobreza, la guerra y la persecución convierten a Estados Unidos en un sueño, en un riesgo que vale la pena correr, un salto al vacío donde el Bravo es el último filtro antes de la tierra prometida.

Pero aquí está el llamado urgente: estos transcontinentales, que pagan fortunas a “polleros” –esos delincuentes que trafican personas como mercancía, prometiendo pasaportes falsos y rutas seguras que terminan en fosas o extorsiones–, peligran su integridad y su vida en un juego donde el coyote cobra con carne. No se dejen engañar: los polleros no guían; secuestran, extorsionan y abandonan, convirtiendo el cruce en una ruleta donde la familia queda endeudada y el soñador, desaparecido.

Porque si estos indocumentados transcontinentales llegan huyendo de infiernos lejanos, el Bravo no debe ser su sepultura; debe ser el puente a una vida digna, no el altar de un sueño roto por manos criminales. El rescate de estos indocumentados es un recordatorio: protejan su integridad, denuncien a los polleros, busquen rutas legales que no cobren con sangre.

Y si el flujo humano cruza con riesgo, un respiro llega al bolsillo nacional con Sheinbaum y varios empresarios renovando el paquete contra la inflación y la carestía (PACIC), manteniendo la canasta básica en 910 pesos para seis meses más, un acuerdo que fija precios de 24 productos esenciales y que podría ser el bálsamo que la economía mexicana necesita en tiempos de aranceles y volatilidad.

¿Qué tan bueno es en la economía? Muy bueno a corto plazo: amortigua el impacto en hogares vulnerables, mantiene el consumo interno que impulsó el PIB al 1.2% en 2025 pese a pronósticos pesimistas, y evita espirales inflacionarias que Banxico teme con su tasa en 7.50%. Pero a largo plazo, es un parche: puede generar efectos secundarios en la economía: empresas pequeñas pueden verse forzadas a absorber los costos, la iniciativa privada pierde margen, y se corre el riesgo de que la canasta se convierta en un elefante regulatorio difícil de sostener. Además, el subsidio de precios puede ser popular, pero no sustituye una política de empleo, crecimiento productivo y desarrollo social real. En fin, por lo pronto, un alivio tangible.

Y para no variar, debemos terminar en comentario de nuestra ciudad, déjeme le cuento que las Cruzadas por Juárez, esas llamadas que el alcalde Cruz Pérez Cuéllar ha convertido en su sello personal, reciben un premio en España que ilumina un lado positivo de una gestión que no siempre brilla.

El toque chistoso: el equipo del alcalde anda promocionando estas cruzadas en el mundo entero, desde foros en Madrid hasta congresos en Bogotá, como si Juárez fuera el modelo global de gobierno cercano, atrayendo reflectores que podrían traer inversión o solo aplausos vacíos.

Las Cruzadas son el trofeo tangible que Pérez Cuéllar exporta para perfilarse rumbo al 2027, vendiendo cercanía como si fuera el nuevo nearshoring social. Bien por el alcalde, que no todo es malo; estas cruzadas ayudan a la gente a sentir un gobierno cercano, no distante como un puente cerrado. Solo esperamos que no estén más interesados en reflectores internacionales que en resolver lo local.

Este tipo de reconocimiento no es solo un golpe de imagen: puede ser una plataforma para Juárez. Mostrar al mundo que los ciudadanos no sólo sobreviven, sino que también generan propuestas de transformación, es una forma de romper con el estigma de violencia que nos acompaña.

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