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Heroica ciudad de Chihuahua, Chih. México
2 de diciembre 2025

Maru enjaula a sus leones y el tigre tabasqueño afila sus garras

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El PAN chihuahuense, ese circo donde los trapecistas azules sueñan con ser domadores, pero terminan bailando al ritmo de la que sostiene el látigo: MarĂ­a Eugenia Campos, la gobernadora que no gobierna solo con decretos, sino con esa sutileza felina de quien sabe que un movimiento equivocado puede hacer que el rebaño se disperse. Tomemos el “cierre de ciclo” de Sergio Nevarez en la JMAS, no como un adiĂłs lacrimĂłgeno –eso serĂ­a demasiado serio–, sino como el ejemplo perfecto de cĂłmo Maru flexiona sus mĂşsculos sobre las cabecillas visibles del partido, esas luminarias que podrĂ­an eclipsarla en la frontera. Porque, entiendan, en Juárez, donde el PAN perdiĂł el trono como quien deja caer un guante en un duelo, recuperar la alcaldĂ­a en 2027 no es un capricho: es la llave para no ver evaporarse Chihuahua entero en un mar de guinda morenista. Y Maru, con su sonrisa de acero, lo sabe mejor que nadie.

Imaginen la escena: mientras Nevarez empaqueta sus logros –esos 5 mil millones en tuberĂ­as enterradas y pozos modernizados que Juárez aplaude con un suspiro de alivio–, la gobernadora suelta su mensaje oficial con la gracia de una maestra de ceremonias: “Le agradecemos mucho a Sergio el tiempo que nos apoyĂł; su cĂ­rculo se cerrĂł, completĂł su perĂ­odo”. QuĂ© eufemismo tan exquisito, Âżno?. Pero entre lĂ­neas, Maru confiesa el quid: “Tengo entendido que Ă©l tiene ya otras prioridades en el ámbito polĂ­tico con otras personas. Lo respetamos”. Otras prioridades. Con otras personas. TraducciĂłn al panista crudo: “Te quiero, Sergio, pero no tanto como para dejarte corretear solo hacia la alcaldĂ­a; mejor quĂ©date en el redil, o al menos finge que lo intentas”. Es el poder en su forma más pura: no un despido con tambores, sino una reasignaciĂłn que recuerda a todos los aspirantes –de Marco Bonilla en la capital y tanta pintadera de pacotilla en las bardas– que las cabecillas no brillan sin la luz de Palacio. Juárez, esa bestia fronteriza que devora candidatos como si fueran tacos de la esquina, no se recupera con selfies prohibidas o reuniones a escondidas; se doma con disciplina, y Maru, es la que dicta el dress code.

Y aquĂ­ viene el toque de ironĂ­a cĂłsmica, ese que hace que la polĂ­tica mexicana parezca un guion de telenovela escrito por un bufĂłn: mientras la gobernadora panista aprieta las riendas azules para no perder el estado, parece alinearse –guiño, guiño– con el manual de la 4T, ese que Claudia Sheinbaum recita como si fuera el catecismo. ÂżAdelantados? ¡Ni lo sueñen! Maru, con su ojo en 2027, frena a los lobos juarenses justo cuando la presidenta morenista pide lo mismo: nada de carreras prematuras que ensucien el tablero. Es como si, en secreto, las dos compartieran un cafĂ© virtual y se dijeran: “Mira, yo te dejo gobernar sin aspavientos, tĂş me dejas soñar con ganar el estado”. Porque, al final, el PAN debilitado –con campañas pagadas en redes que sepultan a Bonilla y eleven a Gilberto Loya como un sĂşper policĂ­a de cĂłmic, pese a la inseguridad que nos tiene a todos contando balazos en lugar de votos– solo beneficia al monstruo que crece en la entidad. Guerra interna, divisiones, bardas con mĂşsica Ă©pica que suenan a himno de derrota: todo eso huele a auto-sabotaje, y Maru, astuta como un coyote en la sierra, lo corta de tajo. ÂżPoder sobre cabecillas?

Si te fijas, la narrativa oficial celebra inversiones, pozos modernizados, redes ampliadas: cifras, datos —los que cualquier político adora proyectar. El Diario+1 Pero en la práctica política de esta frontera, los cargos son menos sobre servicio público que sobre posicionamiento electoral. Quitar a Nevárez de la JMAS no se trata solo de agua, sino de asegurarse de que quien controle la llave del agua también obedezca la llave del poder.

No me extrañaría que tras bambalinas ya estén midiendo quiénes suenan para sustituirlo —quienes entren o quienes salgan— no por su capacidad técnica, sino por su perfil político, su alineación, su obediencia. Y en esos perfiles, lo que pesa no es la tubería, sino el voto.

Pero vayamos al otro lado del telĂłn, donde los fantasmas no mueren: la reapariciĂłn de AndrĂ©s Manuel LĂłpez Obrador, ese titiritero retirado que, desde su finca en Palenque, lanza un video de hora y pico para presentar “Grandeza”, su tocho de 600 páginas que reivindica olmecas y humanismo mexicano como si fueran el nuevo evangelio de la transformaciĂłn.

No es un regreso con banda de guerra, no; es un susurro calculado, grabado en “La Chingada” con la humildad fingida de quien se retira para no opacar a “la mejor presidenta del mundo” –Claudia, por supuesto. AMLO jura que no recorrerá calles ni plazas; se queda quietecito, porque “no hay que dividirnos, hay que estar muy unidos”. Pero, ¡ah, el condimento sarcástico! Justo cuando las manifestaciones sociales en todo el paĂ­s empiezan a picar como avispas contra el gobierno sheinbaumista, el ex presidente suelta su alineaciĂłn perfecta para los prĂłximos meses: y condiciona su silencio a tres escenarios que parecen sacadas de un manual de guerra frĂ­a tropical.

Primero, (ataque a la democracia) los oligarcas: que es Ricardo Salinas Pliego que, sin mencionarlo de frente, encarna a los que no tragan a la 4T. AMLO los pinta como buitres carroñeros, zopilotes listos para picotear la democracia si hay chance de fraude como en los viejos tiempos.

Segundo, el “golpe de Estado”: haciendo un guiño a esas marchas opositoras que, en su Ăłptica, no son protestas legĂ­timas sino intentos internos de derrocar a la presidenta, acosarla con ruido de conservadores. “Si la acosan o hay internos de golpe”, dice con esa ceja arqueada y soberbia, “entonces sĂ­, pero no creo que pase”.

Tercero, la soberanĂ­a: defender a MĂ©xico de amenazas externas, porque “somos libres, independientes, soberanos; no colonia de ningĂşn paĂ­s extranjero”. ÂżTrump? ImplĂ­cito en el guiño, ese presidente que quiere acabar con el crimen organizado, ese que supuestamente esta aliándose en la mente obradorista y que tanto duele en este paĂ­s. Es un discurso afilado como machete: une a la base, distrae y recuerda que, aunque retirado, AMLO sigue siendo el rey, el que maneja los hilos, tĂş eres la presidenta pero yo quien controla el paĂ­s.

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