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Heroica ciudad de Chihuahua, Chih. México
7 de diciembre 2025

Muchas ruedas de prensa, nada de certeza | Chihuahua bajo amenaza… de “bromistas” | PAN, puertas abiertas… pero con letras chiquitas

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Muchas ruedas de prensa, nada de certeza

Al delegado de la Comisión Nacional del Agua, Román Alcántar, ya se le está haciendo costumbre convocar a los medios. Rueda de prensa por aquí, aclaración por allá, y al final del día lo único que sigue sin aterrizar es lo que realmente importa, certeza para los usuarios del agua.

En su más reciente aparición, Román Alcantar insistió en que Conagua no es autoridad investigadora y que cualquier señalamiento o posible acto de corrupción debe ser analizado por el Ministerio Público. Correcto, nadie espera que la dependencia se convierta en fiscalía. Pero la ciudadanía sí espera algo elemental, claridad y responsabilidad institucional, ambas ausentes en este ir y venir de declaraciones.

Porque mientras el delegado se protege detrás de tecnicismos, la crisis hídrica avanza, las dudas se acumulan y los usuarios, agricultores, productores y comunidades enteras, continúan sin respuestas sólidas.
Ni diagnósticos concretos, ni planes claros, ni mecanismos que generen confianza.

Dicen por ahí que el problema no es que el delegado hable. El problema es que habla mucho y aclara poco.

Ya es hora de que Conagua entienda que la gente no necesita más conferencias improvisadas,
necesita certezas, decisiones y transparencia real.

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Chihuahua bajo amenaza… de “bromistas”

En los últimos días se ha vuelto casi rutina despertar con la noticia de una nueva amenaza de bomba. Se desalojan edificios completos, se cierran calles, se movilizan escuadrones K-9, patrullas, bomberos, personal especializado y, al final, todo queda en lo mismo, una falsa alarma más. Una broma. Una ocurrencia de alguien que, desde la comodidad del anonimato, decide poner en jaque a toda una ciudad.

Pero mientras algunos se ríen, miles de chihuahuenses viven tensión, miedo y molestia. Cada amenaza vuelve a sembrar incertidumbre en una población ya golpeada por la inseguridad real. Lo que para un irresponsable es un juego, para la gente común es perder horas de trabajo, alterar su vida diaria, salir corriendo de oficinas, dejar compromisos, sentir el nudo en la garganta de no saber si esta vez sí será verdad.

Las autoridades confirman que este año las falsas alarmas no sólo aumentaron, sino que se volvieron descaradas. Se colocan notas en baños, mensajes escritos en servilletas, llamadas desde números improvisados y hasta comentarios dejados en redes. Todo con el mismo resultado, el caos, la movilización, la psicosis y, finalmente, la constatación de que no había nada. Nada más que ganas de provocar miedo.

Y al final, lo que queda es un daño profundo. Se desgasta a los cuerpos de seguridad, se distraen recursos que deberían destinarse a emergencias reales, se erosiona la confianza de la población y se genera una especie de acostumbramiento peligroso, esa sensación de que seguro es falsa, justamente el terreno donde un día una amenaza verdadera podría pasar desapercibida. Esa es la parte más grave. La irresponsabilidad de unos cuantos pone en riesgo a todos.

Esto no es gracioso, no es ligero y no es un juego. Es un acto de profunda inmadurez social, un sabotaje a la tranquilidad pública y un mensaje claro de que la impunidad sigue siendo el combustible de la estupidez humana. Chihuahua no puede seguir tolerando estas falsas alarmas como si fueran travesuras. Quien amenaza, aunque sea mintiendo, altera la seguridad, afecta a miles y merece enfrentar consecuencias reales.

La ciudad necesita seriedad, vigilancia y responsabilidad. No más bromas, no más Ay disculpen, no más caos innecesario. La gente está cansada de vivir con la zozobra de que cada nota, cada desalojo y cada operativo pueda ser otra pérdida de tiempo o, peor aún, la antesala de algo real.

Chihuahua no merece vivir bajo la sombra del miedo provocado por chiflados. Merece vivir en paz. Y esa paz empieza por poner fin a estas amenazas disfrazadas de juego y por exigir que quien las genera responda ante la ley y ante la sociedad que está lastimando.
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PAN, puertas abiertas pero, con letras chiquitas

El PAN anunció con bombo y platillo que se moderniza, que se abre, que ahora sí la ciudadanía tendrá un papel central en sus decisiones. La presidenta estatal, Daniela Álvarez, celebró la reforma a los estatutos del partido como si fuera una reinvención completa, más participación, más transparencia, más democracia interna, más accesibilidad y hasta afiliación desde el celular. Todo suena precioso… sobre el papel.

Porque si algo hemos aprendido en la política mexicana es que los partidos se abren cuando les conviene, se renuevan cuando están acorralados y se ciudadanizan cuando necesitan votos nuevos. Y el PAN no es la excepción.

Que quede claro, el anuncio es bueno, necesario incluso. Abrir procesos, eliminar burocracia, permitir primarias, integrar consejos ciudadanos, reforzar reglas de paridad y blindar candidaturas debería ser lo mínimo que cualquier partido haga en pleno fin del 2025. Pero otra cosa es creerse que, de un día para otro, Acción Nacional se convirtió en un templo de pureza democrática.

Daniela Álvarez dice que ahora el PAN es la casa de la ciudadanía.
Perfecto. Pero toda casa tiene contratos, candados y cláusulas en letra chiquita. Y ahí es donde siempre se esconde la verdadera política.

Porque abrir las puertas es fácil; lo complicado es dejar que entren los que no son parte del mismo círculo de siempre. Decir que las designaciones directas solo serán extraordinarias se oye muy bonito, pero ya conocemos cómo funciona la excepción en la política mexicana, siempre aparece justo cuando más conviene.

El PAN promete reglas claras, transparentes y participativas. Muy bien, pero quienes conocen de estatutos saben que la claridad depende de quién interpreta la regla, y la transparencia de quién maneja la llave del proceso interno. Y sobre participación, pues… el PAN, como todos, tiene historiales que recuerdan que abrir procesos no garantiza juego parejo.

No se trata de negar avances ni minimizar reformas que pueden ser positivas. Se trata de poner el pie en la tierra, si el suelo es entrar a gobernar, el PAN está dispuesto a recibirlo, a presumir renovación, a jurar democratización. Pero una cosa es el discurso y otra el operativo político diario.

El problema no es que el PAN quiera cambiar; el problema es que nadie olvida que los partidos, todos, no son precisamente modelos de limpieza ni de virtud impoluta. Y por más puertas abiertas que presuman, siempre habrá un cuarto cerrado donde se toman las decisiones importantes.

Así que enhorabuena por la modernización, por la afiliación digital y por las primarias.
Pero que no se nos olvide algo,
La verdadera prueba no está en el anuncio, sino en cómo van a aplicar, o torcer, esas reglas cuando llegue la hora de la competencia real.

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