El presidente Volodímir Zelensky partió este sábado 27 de diciembre hacia Estados Unidos para sostener una reunión crucial con el presidente electo Donald Trump en Mar-a-Lago, donde se discutirá una propuesta de paz de 20 puntos impulsada por Washington. El plan contempla el congelamiento de las líneas del frente actuales y la creación de zonas desmilitarizadas, lo que implicaría que Ucrania ceda temporalmente el control de hasta un 20 % del territorio que aún mantiene en Donetsk a cambio de garantías de seguridad.
Zelensky enfatizó que cualquier decisión que altere el estatus territorial del país deberá ser sometida a una consulta popular o referéndum, subrayando que “los cielos deben ser seguros” y que se requiere la presencia de observadores internacionales en todas las zonas ocupadas por Rusia para validar cualquier proceso democrático futuro.
La propuesta estadounidense, que ha generado tensiones por incluir un control conjunto sobre la central nuclear de Zaporizhzhia, enfrenta la resistencia del Kremlin, que rechaza tajantemente el despliegue de fuerzas de paz internacionales y la posible adhesión de Ucrania a la OTAN. Mientras Zelenski busca equilibrar las presiones de Washington con el respaldo de la Unión Europea para una “paz justa”, el frente interno ucraniano se complica tras denuncias de corrupción de la agencia NABU contra parlamentarios y ataques rusos recientes que han tomado las localidades de Mirnograd y Guliaipolé.
Este encuentro en Florida se produce en un momento determinante donde la infraestructura energética de Kiev colapsa bajo nuevos bombardeos, obligando al mandatario ucraniano a negociar bajo condiciones extremas y con el compromiso europeo de mantener el bloqueo de activos rusos como moneda de cambio diplomática.


