Chihuahua, Chih.- En 2013, mientras buceaba en busca de mejillones a más de 30 metros de profundidad en las costas de Pisco, Perú, sufrió un accidente que dejó consecuencias devastadoras. Durante la inmersión, una lancha rompió con su hélice la manguera de oxígeno de Willy, obligándolo a un ascenso rápido que tuvo efectos permanentes en su cuerpo.
Este ascenso brusco provocó un caso severo de enfermedad por descompresión, que causó la acumulación de burbujas de nitrógeno en sus tejidos. Como resultado, su torso y brazos quedaron inusualmente “inflados”, una condición única que ha marcado su vida.
Más allá de los problemas físicos, Willy ha enfrentado un duro camino emocional. En una entrevista con la BBC, confesó cómo las burlas y los juicios sociales lo han afectado profundamente: “Me entró una depresión. Que la gente te ponga calificativos y te vea con lástima”.
Esta condición, común entre buzos y pilotos, ocurre cuando un cambio rápido en la presión provoca la formación de burbujas de nitrógeno en la sangre. Aunque en la mayoría de los casos los síntomas son leves, el caso de Willy es una muestra extrema de los riesgos de no seguir protocolos adecuados de seguridad en el buceo.
Según expertos, la falta de atención inmediata y medidas de prevención intensificó los efectos de la enfermedad, destacando la importancia de un equipo preparado y normas estrictas en esta actividad.
