Maduro responde con el blindaje de la capital de Venezuela a la intención de Edmundo González de posesionarse el día 10 como presidente
Las imágenes de la última semana se han vuelto un paisaje casi habitual: militares uniformados para el combate en la puerta de un edificio gubernamental, inspecciones con perros a los coches que cruzan las casetas de cobro de las principales autopistas, requisas en el metro, en los buses, en cualquier esquina. El Gran Hermano chavista ha desplegado toda su presencia de cara a la toma de posesión del próximo viernes, cuando jurará el cargo un presidente en Venezuela. Ese es el dato fáctico, lo que ocurrirá en detalle está por conocerse.
El presidente actual, Nicolás Maduro, ha puesto a su favor todo el aparato estatal para retener el poder otros seis años más, a pesar de las sospechas más que fundadas de que cometió un fraude electoral el 28 de julio, arrebatándole la victoria a Edmundo González, el opositor que este lunes se vio las caras en la Casa Blanca con Joe Biden, el presidente saliente de Estados Unidos. González pretende que Washington le ayude a lograr la restauración “del orden democrático” en Venezuela.
Esa enorme tensión está siendo respondida por el chavismo con la exhibición de armamento. En Caracas, su periferia y en las vías fundamentales del país se ha multiplicado la presencia militar y policial en estos últimos días, aunque era ya algo que había comenzado a verse con regularidad desde que las autoridades reprimieran las protestas por la victoria que se otorgó Maduro a sí mismo, a través del Consejo Nacional Electoral y el TSJ, órganos bajo el ala oficialista.
Con regularidad, Maduro reúne a su militancia en pequeñas concentraciones, y ofrece alocuciones televisadas casi todos los días, defendiendo la legalidad constitucional de su Gobierno, muchas veces acompañado de la jerarquía militar del país y los representantes de los poderes públicos, casi todos militantes del PSUV, el partido oficialista.
Maduro procura siempre ofrecer la impresión de que controla por completo los mandos del Gobierno. El aparato burocrático chavista asegura que esta demostración de poder de fuego se debe a su interés en garantizar la seguridad de los mandatarios internacionales que asistan a la toma de posesión programada, en este instante, para Maduro. En la oposición, Edmundo González insiste en que regresará a Venezuela “por cualquier vía” para hacer valer el resultado de las urnas. Este lunes, Maduro sostuvo un encuentro con el alto mando político-militar en el Palacio de Miraflores, la residencia gubernamental. “Ni coquito nos hacen las guerras psicológicas que montan (…) ni coquito”, dijo.
La presencia de funcionarios policiales y militares en Caracas es particularmente visible en el Municipio Libertador, el más grande e importante de los cinco que componen el área metropolitana, asiento del centro de la ciudad y las sedes de sus poderes públicos. Los alrededores del Palacio de Miraflores, sede del gobierno, y el Palacio Federal Legislativo, sede del parlamento, están tomados. Las avenidas Universidad y Urdaneta, vías claves del centro de la ciudad, presentaban una presencia desbordada, especialmente de efectivos de la Dirección General de Contrainteligencia Militar. En la avenida Andrés Bello, y urbanizaciones como La Candelaria, El Bosque, Maripérez y San Bernardino, estaban presentes piquetes de la Policía Nacional Bolivariana y la Guardia Nacional.