La operación del Tren Maya, uno de los proyectos insignia del actual gobierno federal, enfrenta un severo desbalance financiero. De acuerdo con información difundida por medios nacionales, por cada 100 pesos que recauda en venta de boletos y servicios a bordo, la empresa Tren Maya S.A. de C.V. –administrada por la Secretaría de la Defensa Nacional– está gastando 700 pesos, lo que evidencia una operación financieramente insostenible.
Los altos costos operativos incluyen mantenimiento, combustibles, salarios y logística, además de los servicios de comida y atención a pasajeros. A ello se suman frecuentes fallas mecánicas y retrasos que han afectado la experiencia de los usuarios, generando críticas sobre la viabilidad del megaproyecto en su etapa inicial.
Aunque el gobierno ha defendido la obra como una herramienta de desarrollo para el sureste mexicano, especialistas advierten que el modelo actual de operación debe corregirse para evitar que se convierta en una carga presupuestal permanente para el Estado. Las fallas técnicas y la baja demanda de pasajeros han sido identificadas como los principales retos.
El Tren Maya comenzó operaciones parciales a finales de 2023, y aunque se han anunciado nuevas rutas y conexiones, la falta de rentabilidad pone en duda la eficiencia con la que se está gestionando el proyecto. La expectativa del gobierno es que con el tiempo se incremente la ocupación y con ello la recuperación financiera, sin embargo, los primeros reportes señalan lo contrario.
