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Heroica ciudad de Chihuahua, Chih. México
2 de diciembre 2025

Soldados sospechosos, fosas sin justicia y presupuestos fantasía

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Fuerzas federales en la mira: ¿héroes o amen

La desconfianza hacia las fuerzas armadas crece como maleza en Juárez, y mire, esto es algo que ya hemos vivido anteriormente con las fuerzas federales.

¿Protegen o controlan? Los abusos documentados, las detenciones arbitrarias y los operativos que siempre terminan en balaceras pero nunca en sentencias han convertido al uniforme verde en un símbolo de miedo, no de seguridad, y no debería ser así.

En Ciudad Juárez ya no confiamos ni en nuestra sombra. Y con razón. El último escándalo lo protagonizaron los militares, esos que llegaron para “protegernos”, pero que ahora son vistos con desconfianza por las mismas corporaciones locales. El caso de un comando del Ejército que quiso llevarse a un detenido sin dar explicaciones vuelve a prender las alarmas: ¿quién vigila al que se supone que nos cuida?


Narcofosas y cómplices con patas

Mientras tanto, seguimos excavando nuestras propias verdades. La aparición de nuevas narcofosas confirma una vez más lo que todos sabíamos, pero pocos quieren enfrentar: vivimos sobre un cementerio clandestino. Animales carroñeros descubren lo que las autoridades no ven —o no quieren ver—. Aquí, la justicia no llega con peritos forenses, sino con zopilotes. Cada cuerpo hallado es una sentencia de abandono institucional, una evidencia brutal de un Estado ausente que apenas maquilla el horror con vallas y cintas amarillas.

El horror ya tiene rutina: aparecen restos, llegan peritos, se llenan carpetas… y todo queda en nada. Los animales carroñeros que devoran los cadáveres en las fosas clandestinas son la metáfora perfecta de un sistema de justicia que también se alimenta de la miseria humana. Mientras, las familias de desaparecidos siguen cavando con sus propias manos, porque en este país los muertos incomodan menos que los vivos que exigen respuestas.


Presupuesto participativo: la farsa de la democracia de bolsillo

El gobierno presume “participación ciudadana” mientras reparte migajas con nombre propio. El presupuesto participativo tiene mucho de teatro: obras insignificantes para aparentar inclusión, mientras las grandes decisiones se toman entre cuatro paredes. ¿Consulta popular o lavado de imagen? Cuando los vecinos proponen y los funcionarios deciden, lo único democrático es la simulación.

Y cuando se trata de fingir que se escucha a la ciudadanía, nada mejor que el mentado presupuesto participativo. En teoría, una herramienta democrática; en la práctica, un simulacro decorativo. Este proceso ha sido capturado por intereses políticos, gestores eternos y funcionarios de consigna. Los proyectos no nacen del ciudadano común, sino de los mismos de siempre, disfrazados de “participación”. Es un teatro donde el pueblo aplaude con dinero prestado.


EPÍLOGO: EL CIRCO DE LA DESCOMPOSICIÓN

Juárez, pues, sigue atrapada entre la sospecha, la violencia soterrada y la simulación institucional. La ciudadanía se enfrenta a fuerzas federales que intimidan, a autoridades que entierran la verdad y a ejercicios de participación que más bien son ejercicios de manipulación.

México ya no es un Estado fallido: es un performance macabro donde todos actuamos con supuesta normalidad mientras todo se desmorona.

El reto no es menor: recuperar la confianza, escarbar hasta encontrar la verdad completa y limpiar la casa pública de tanta farsa. Pero, para lograrlo, primero hay que dejar de jugar a que todo está bien. Porque no lo está.

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