Nos dicen que ahora sĂ, que ya están “controlados” los abusos en las filas de cruce fronterizo en Ciudad Juárez gracias a que aplicaron unas cuantas multas. ÂżY quĂ© quieren, medalla? El problema lleva años podrido: tráfico de lugares, renta ilegal de espacios, extorsiones disfrazadas de “ayudas” y un sistema que normalizĂł la corrupciĂłn menor como un trámite extra para poder ir al otro lado. Que digan que unas sanciones “corrigieron” todo suena más a autoengaño institucional que a soluciĂłn estructural. No necesitamos multas: necesitamos orden, presencia, reglas y autoridad que no solo aparezca en las notas de prensa.
Mientras unos se cuelan en la fila, otros ni siquiera logran llegar con vida. Los secuestros de migrantes en la frontera ya no son una cifra oculta: son una pesadilla constante. En Juárez se denuncian historias que hielan la sangre: personas perseguidas, cazadas como animales, privadas de su libertad y usadas como moneda de cambio. Porque en esta frontera, el drama migrante no solo es tránsito: es negocio para muchos, tragedia para todos. Los migrantes que huyen de la violencia se topan aquĂ con una violencia distinta, más silenciosa, pero igual de devastadora. Y lo peor es que no hay estrategia real que lo enfrente. Hay operativos, sĂ… para la foto. Pero soluciones, justicia o prevenciĂłn brillan por su ausencia.
Y como si lo local no fuera suficiente para quitarnos el sueño, el mundo entero vive hoy al filo del abismo. Tensiones nucleares, conflictos abiertos en Medio Oriente, amenazas de guerra que viajan a la velocidad de un tuit. Un planeta en vilo, gobernado por lĂderes que parecen más dispuestos a pulsar botones que a tender puentes. Las noticias internacionales ya no son páginas lejanas del periĂłdico: son ecos que llegan hasta nuestra puerta. Porque cuando los poderosos juegan a la guerra, los inocentes siempre pagan la cuenta.
EPĂŤLOGO:
En resumen, aquà te roban el turno, más allá te roban la paz, y en todas partes parece que alguien está a punto de encender la chispa que nos termine de incendiar. El mundo está tenso. Juárez también. Y lo que falta no es más control: es más humanidad.


