En Juárez, todo inicia con una promesa millonaria y termina en sospecha o abandono. AsĂ no tienen pensando con el plan del nuevo Centro de Convenciones que ahora, segĂşn el Gobierno del Estado, podrĂa construirse en el predio de Las Anitas con un costo aproximado de mil 500 millones de pesos. La cifra es suficiente para pavimentar medio Juárez… o para hacer cinco versiones de lo mismo, y aĂşn asĂ quedar debiendo en banquetas, árboles y aire acondicionado.
¿De dónde saldrá ese dinero? ¿Qué tan prioritaria es esa inversión para una ciudad sin agua, con maquilas en retirada y violencia disparada? No hay claridad. Solo hay un anuncio que suena más a proyecto de sexenio que a plan estratégico. Lo preocupante es que, si ya sabemos lo que ocurre con las obras que prometen modernizar a Juárez —desde El Chamizal hasta el BRT—, esta parece estar destinada al mismo museo de elefantes blancos en el que caben discursos, pero no resultados.
Porque hasta se comentĂł en una reuniĂłn de lĂderes comprometidos por Juárez y GĂłmez Ito, que gobierno del estado y municipal adeudan al fideicomiso hasta dos millones de dĂłlares. Lo importante es que no nos dejen más tiempo esperando, Juárez es una ciudad que merece y necesita irse modernizando, nos quejamos de la capital, pero cuando queremos hacer algo aquĂ novedoso todos nos enojamos. Pos asĂ ni como
Mientras tanto, al otro lado del rĂo —en tribunales texanos— el exgobernador CĂ©sar Duarte y su familia fueron absueltos por supuestos cargos de enriquecimiento ilĂcito. El mensaje es brutal: en Chihuahua lo acusan de haber vaciado las arcas pĂşblicas, pero en El Paso no encontraron delito alguno. El proceso, segĂşn los jueces gringos, fue tan dĂ©bil como un expediente sin firmas.
Y entonces queda flotando una pregunta incĂłmoda: ÂżfallĂł la justicia de allá, o simplemente nunca existiĂł el caso sĂłlido de este lado? Porque lo que empieza como persecuciĂłn polĂtica en Chihuahua, termina como exoneraciĂłn con moño legal en Texas. Lo cierto es que, si Duarte vuelve a caminar por la frontera con la frente en alto, no es solo porque un juez lo liberĂł, sino porque este estado se ha especializado en construir escándalos sin castigos, Âżserá?.
En medio de este contexto enrarecido, por fin aparece una bocanada de cordura: la gobernadora Maru Campos ha solicitado formalmente a la presidenta electa Claudia Sheinbaum que apoye la modernizaciĂłn del cruce fronterizo San JerĂłnimo–Santa Teresa. Y sĂ, esa es una buena noticia.
Porque si algo necesita esta ciudad, más allá de discursos y memorándums, es un paso fronterizo funcional, competitivo, seguro y eficiente. Uno que de verdad se convierta en alternativa al saturado y estresante puente Zaragoza. Uno que acerque la inversiĂłn, la logĂstica y la modernidad a una frontera que lo ha tenido todo… menos voluntad polĂtica coordinada.
Maru puso el balón en la cancha federal. Ojalá, Sheinbaum no se lo brinque, no lo archive y no lo endulce con burocracia. Que escuche, que invierta, que entienda que Juárez no es un folclor de campaña, sino un nodo estratégico nacional. San Jerónimo no puede seguir esperando.
Y asĂ, entre centros de convenciones que suenan a negocio disfrazado, gobernadores absueltos que se rĂen del sistema, y puentes que claman por atenciĂłn, Juárez sigue en la esquina de siempre: la que grita, exige y rara vez recibe.
Pero lo bueno de estar en la esquina, es que desde ahĂ se puede lanzar el primer golpe. O el Ăşltimo.
EPĂŤLOGO: ENTRE EL DESPILFARRO Y LA ESPERANZA
Mientras algunos gastan millones en proyectos opulentos y otros festejan su libertad en cortes extranjeras, hay quienes aĂşn trabajan por soluciones reales. El cruce San JerĂłnimo-Santa Teresa puede ser un sĂmbolo de lo que pasa cuando la polĂtica se hace con visiĂłn y sin egoĂsmos. Ojalá prevalezca ese camino.


