25°

Heroica ciudad de Chihuahua, Chih. México
18 de julio 2025

El PRI, el sarampión y los mentirosos seriales: Un trío que explica el México actual

En Ciudad Juárez ya no hace falta mirar al cielo para saber si va a llover o no. Basta con escuchar al alcalde. Si dice que no hay baches, es porque vas a tronar la suspensión. Si afirma que todo está en orden en el transporte público, es porque un camión acaba de volcarse. Y si jura que “nunca se han perdido tantos empleos como dicen”, es porque ya se te adelantaron en el IMSS.

El nuevo diagnóstico sobre Cruz Pérez Cuéllar es certero, breve y clínico: “mentiroso serial”. No lo decimos nosotros, lo dicen los datos, las auditorías, las calles, los contratos, los cadáveres entregados dos veces, las licitaciones sin factura, los proveedores sin RFC, los túneles que se inundan con una nube. En el fondo, a Juárez no lo gobierna una administración: lo administra un discurso, y ese discurso tiene menos apego a la verdad que una biografía en Tinder. Y todo esto porque ayer salieron a decir que ya tenían el terreno para el centro de convenciones y al final dijeron, que a penas vamos a ver, ¿quién corrió el rumor y con que intención? Esto esta como la serie de PRIME, mentiras, mentiras….

Publicidad

Pero como si el cinismo fuera contagioso, ahora también estamos lidiando con una amenaza sanitaria real: el sarampión avanza sin freno en Chihuahua. En la última semana se han registrado 170 nuevos casos y, por alguna razón inexplicable, las autoridades siguen actuando como si esto fuera una ocurrencia menor. ¿Dónde están las campañas de vacunación? ¿Dónde está la alerta sanitaria? ¿Dónde están los funcionarios de salud que deberían estar gritando desde cada esquina que esto es grave, que esto se transmite, que esto no es normal? En lugar de eso, puro boletín tibio, puro comunicado que parece redactado con plumón rosa. Que no se nos olvide: en 2011, teníamos literalmente cero casos en todo el país. Cero. Y ahora, aquí estamos, regresando a enfermedades que se supone estaban erradicadas, como si estuviéramos corriendo en reversa, sin frenos y con el volante roto.

Y ya que hablamos de correr en reversa, hay que hacerle espacio al PRI, que anunció —con bombo, platillo y olvido colectivo— que irá solo en las elecciones de 2027. Sí, solo. Como el amigo que ya nadie invita, el excompañero de equipo que ni el suplente saluda. Dice su dirigencia estatal que tienen la fuerza, la estructura, el temple… lo que no tienen, claramente, es gente que los abandere o de plano puro refrito que ya perdió con antelación, porque cada vez que se paran en una colonia, los vecinos les recuerdan todo lo que hicieron (y lo que no hicieron) durante más de 70 años. Los números no mienten: si no consiguen votos en 2027, podrían perder su registro en Chihuahua. Y aun así, ahí van, como si caminaran erguidos, cuando lo que deberían es ir pidiendo disculpas por cada sexenio de simulación, por cada campaña de despensa, por cada fuero que usaron para proteger ladrones y cada alianza que firmaron para no quedar fuera del pastel.

Así estamos: con un partido zombie que no sabe que ya murió y una clase política que sigue pensando que la credibilidad se compra en las farmacias similares. El verdadero “renacimiento” que necesitamos no es del PRI, sino de la decencia básica en la vida pública. Pero eso sí sería un milagro mayor que encontrar un priísta genuinamente entusiasmado por las elecciones del 2027.

Así amanecemos hoy: con un gobierno local que ve la mentira como estrategia, un sistema de salud que revive enfermedades del siglo pasado y un partido político que camina hacia el abismo creyendo que es un desfile.

Epílogo: El país del “como si nada”

Así estamos, como siempre: con un PRI que juega a ser oposición cuando en realidad es un fantasma con credencial de elector, un sarampión que campa a sus anchas porque las vacunas llegaron tarde (como siempre), y políticos que mienten más seguido que respiran. Lo triste no es que esto siga pasando, sino que ya ni siquiera nos sorprenda.

El verdadero termómetro de nuestra descomposición no está en las estadísticas, sino en que ya ni siquiera esperamos que las cosas mejoren. Nos conformamos con que no empeoren… mucho. Y así, entre la resignación y el sarcasmo, seguimos construyendo un país donde lo anormal se volvió costumbre.

Bienvenidos a Juárez, donde lo increíble pasa diario y lo inaceptable ya se volvió rutina.

Compartir
Facebook
Twitter
WhatsApp