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Heroica ciudad de Chihuahua, Chih. México
25 de octubre 2025

274 millones en obras, 6 cuerpos identificados y 6 ejecutados: La cruda ecuación juarense

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Mientras el cabildo aprobaba alegremente 274 millones de pesos en obras (que seguramente se inaugurarán con bombo y platillo antes de que termine el sexenio), en el crematorio de la vergüenza apenas van seis cuerpos identificados de los más de 300 abandonados. La matemática es sencilla: el gobierno identifica cadáveres a un ritmo 45 veces más lento que el que aprueba presupuestos. Eso sí, para repartir contratos a diestra y siniestra nunca faltan prisas.

En Ciudad Juárez, cada día se vuelve más difícil defender la idea de que las autoridades tienen un plan, una visión o siquiera el control básico de lo que ocurre. Mientras la violencia nos madruga con ejecuciones y cadáveres en la calle, el Cabildo local aprueba —con entusiasmo y escasa transparencia— un paquete de obras por 274 millones de pesos. El problema no es invertir, sino en qué y cómo. Porque cuando la ciudad sigue llena de baches, con semáforos mal sincronizados, puentes mal diseñados y banquetas que parecen zonas de guerra, resulta imposible no cuestionar si ese dinero irá donde más se necesita o donde más se reparte.

Mientras tanto, el infierno sigue ardiendo en el crematorio de Granjas Polo Gamboa. De los más de 280 cuerpos apilados como despojos humanos, apenas seis han sido identificados. La lentitud del proceso es tan ofensiva como la propia negligencia que permitió que estas personas terminaran así: sin nombre, sin despedida, sin justicia. Cada día que pasa y no se esclarece quién permitió y facilitó semejante barbarie, es una cachetada a las familias que aún buscan a sus fallecidos, ahora, desaparecidos y reciben el silencio como única respuesta.

Mientras los funcionarios se toman la foto cortando el listón de alguna obra sobrevalorada, las familias de las víctimas siguen esperando justicia, los cuerpos no identificados siguen acumulándose, y los ciudadanos de a pie siguen preguntándose si algún día podrán salir a la calle sin que el miedo sea su sombra.

Y como si el espanto necesitara refuerzos, Juárez amaneció con seis ejecuciones en un solo día, una de ellas con un nivel de vileza tan bajo que hasta dos perritos fueron asesinados por defender a su dueño. Ni los animales se salvan de la descomposición, de esta cultura de impunidad, de una violencia que no distingue ni edad, ni especie, ni contexto.
Los canes murieron defendiendo a su dueño, demostrando más valentía que algunas de nuestras autoridades, mientras los funcionarios “defienden” sus puestos con discursos vacíos. Hasta los animales entienden mejor el concepto de lealtad que esta clase política.

Lo verdaderamente escalofriante es cómo hemos normalizado esta ecuación perversa:
• Obras faraónicas = prioridad absoluta
• Identificar víctimas = trámite burocrático
• Vidas humanas = estadística desechable

Epílogo: La ciudad de los contrastes macabros

Juárez se ha convertido en ese lugar donde las banquetas nuevas brillan más que la esperanza, donde los perros mueren con más honor que muchos servidores públicos en sus funciones, y donde las cifras de muertos superan por goleada a las de soluciones. Hoy, como ayer, seguimos esperando que alguien – cualquiera – demuestre que gobernar es más que repartir dinero y lavarse las manos.

Lo triste es que cada crimen ya no nos sorprende, pero tampoco nos acostumbra. Solo nos agota. Y aún así, algunos siguen aplaudiendo obras multimillonarias que prometen embellecer banquetas mientras la ciudad se cae a pedazos. ¿Cuándo pondremos la vida por encima del concreto? ¿Cuándo exigiremos que los recursos no solo se aprueben, sino se fiscalicen con la misma energía con la que se maquillan comunicados de prensa? Porque a este paso, Juárez no solo se está endeudando: se está desangrando.

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